sábado, 31 de diciembre de 2011

miércoles, 21 de diciembre de 2011

viernes, 2 de diciembre de 2011

ACLARACIÓN

La melancolía que se adivina detrás de Ese viejo estafador ha inducido a algunos buenos amigos a pensar que el cierre del Thornton Club se debe a causas más o menos preocupantes. Nada que ver con la realidad. Ni siquiera es fruto de ningún arrebato propio de mis pocos años –mentales- simplemente se debe a ese régimen de adelgazamiento bloguero que me propuse hace un año. 
  
Mi problema no es otro que el de tener este invento de los blog inyectado en vena. Me paso horas y horas con el ordenador disfrutando como un enano. Me gusta tanto escribir las entradas y me gusta tanto leeros que tengo dedicación plena con las malditas ondas hertzianas.

He intentado en más de una ocasión encontrar el equilibrio de que otros disfrutáis pero no soy capaz. He de hacerlo de la misma forma que manejo mis regímenes de adelgazamiento: temporadas en que me convierto en el Señor Apetito  y devoro todo lo que me place y temporadas de boca cerrada en las que comparto mesa y mantel con Carpanta. Tres meses abierto y tres meses cerrado.

Me reclaman otros amigos. Tengo medio enfadados a Billy Wilder, a Puccini y a mi  biblioteca virgen, que está cada vez más gruesa y con irrefrenables ganas de perder su virginidad. Este es el motivo, y no otro,  del cierre temporal del club. 

Hasta la anteprimavera.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

ARRIVEDERCI





-Vuelvo enseguida, espero.


 

domingo, 27 de noviembre de 2011

ESE VIEJO ESTAFADOR

Y un indicio de otoño que hay en el aire dice / que es muy fugaz la dicha
E.S. ROSILLO


                                                     
                                                Sin el permiso de S. Rosillo, Biedma y Cernuda  

Toda su casa era una fiesta.  Vasos de vino blanco / dejados en la hierba, cerca de la piscina. En el jardín, al son de la música, familiares y amigos bailaban despreocupados entre risas y copas. En pleno jolgorio sopló un viento frío envuelto en hojas amarillas y rojas, uno de esos aires que de vez en cuando nos envía el otoño. Se detuvo entonces la música, pasaron los años y la casa quedó vacía.
 

Su casa quedó en silencio, sin risas. Su jardín era un jardín abandonado y ya no estaban los que allí fueron felices. Vio pasar, indiferente, a ese viejo estafador que es el tiempo, a ese malasombra que nunca se está quieto y que siempre hace su trabajo. Pasó sin detenerse a saludar, huyendo. Se le oyó decir mientras se alejaba: Todo lo que es hermoso tiene su instante, y pasa.







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sábado, 19 de noviembre de 2011

CARIDAD ROMANA


Pero alimentó con leche de sus pechos a su padre, Micón, 
que era muy anciano ya y pasaba sus últimos días en la cárcel.

VALERIO MÁXIMO                                                              

                                                                                                 

Llevo entre manos una bellísima edición de los cuentos de  Guy de Maupassant que reúne ciento cuarenta relatos. Algunos de ellos ya los había leído en un viejo y pequeño libro: El Horla, Bola de sebo, Una partida de campo, La casa Tellier y algún otro. Así que me estoy dando un atracón de padre y muy señor mío con el resto de las 1.261 páginas. 


En uno de los cuentos, titulado Idilio, un joven hambriento que comparte vagón de tren con una desconocida nodriza, termina con el botón oscuro del pecho de la robusta campesina metido en su boca  y alimentándose con su leche tras dos días sin probar bocado.

Al leerlo he recordado una vieja leyenda que desde hace algún tiempo llamó mi atención: La Caridad Romana. Esta historia de amor filial nos la cuenta Valerio Máximo en su Hechos y dichos memorables: Micón encarcelado y próximo a morir de hambre, recibe en su celda la visita de su hija, Pero, que al ver su lastimoso estado le ofrece su pecho para amamantarlo. Esta leyenda ha servido durante siglos de motivo iconográfico a pintores de la talla de Murillo, Rubens, Caravaggio o Monroy.

La primera vez que me topé con una pintura de La Caridad Romana fue en Madrid, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí descubrí un cuadro de Joannes Jansenius Gandensis  en donde un viejo, preso en una mazmorra, está mamando del pecho de una joven que mira hacia atrás recelosa. 


Contemplando esta pintura recordé una secuencia de la película  El crimen de Cuenca: un preso  que recibe la visita de su mujer y se lanza sobre ella a saciar su sed con la leche de sus pechos. La misma historia del pobre Micón y su hija. Me da la impresión que al igual que Maupassant,  Pilar Miró  debía de conocer aquellos hechos y dichos memorables.





Aquí les dejo mi última superproducción, sean indulgentes.











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domingo, 13 de noviembre de 2011

POEMA INSPIRADO EN UNA FOTOGRAFÍA


El poeta y amigo Ángel Paniagua nos regala un bellísimo poema inspirado en una fotografía de los cinco hermanos con nuestro tío Félix, el patriarca de la familia. Pienso enmarcarlo y colgarlo en mi rincón feliz, allí donde paso los mejores ratos del día y donde disfruto de la compañía de mis seres queridos.

Gracias, poeta.




FOTOGRAFÍA FAMILIAR

Para Manrique Cos Tejada
y sus hermanos


Qué sabor tan hermoso el de la vida
recuperada a través de los ojos de quien
la mira ya casi por encima del hombro.
Qué sorprendentes caras las que pinta
esa felicidad buscada e inesperada
en vuestros rostros, qué envidia
de mirada común hacia la cámara,
hacia el tiempo, diciéndole: Aquí estamos
arracimados, juntas nuestras manos,
mirándote y creando este momento,
que —en tanto el mundo siga— vivirá
en nuestros ojos y los de nuestros hijos,
desafiándote, a ti que nos acabas
pero ya no podrás con esta tarde.


                                A.P.





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domingo, 6 de noviembre de 2011

MON ONCLE

Mon oncle, es una deliciosa película de Jacques Tati. Cuando la vi por primera vez, siendo todavía un crío, pensé que yo también tenía la suerte de disfrutar, como el niño de la película, de un tío al que adoraba: mi tío Félix.


Mi tío vive desde siempre en Barcelona. Ya ha alcanzado una edad importante y sigue luciendo el aspecto de gentleman que siempre ha tenido. Hombre culto, inteligente  y con unos modales que para él los quisiera el mismísimo Príncipe de Gales.



Abogado y Redactor jefe del Diario de Barcelona, el diario más antiguo del continente europeo. Allí donde Azorín escribiera sus crónicas parlamentarias, mi tío Félix publicaría años después unos espléndidos y premiados artículos que firmaba como Chaflán



Hace unos días tuve la feliz idea –sí hermanos, sí, la idea fue mía- que, tras varios años sin verlo, ya iba siendo hora de darle un abrazo y disfrutar nuevamente  de su compañía.  Dicho y hecho. Nos fuimos a Barcelona los cinco hermanos en un viaje relámpago con el único fin de pasar con nuestro tío una tarde inolvidable. 



Resucitamos mil y un recuerdos de nuestros años jóvenes -los paraísos perdidos-, de cuando venía a Murcia al volante de su Dauphine gris y era como un regalo del cielo. Siempre tan cariñoso, tan cercano y tan generoso. Recordamos que con él en casa nuestros bolsillos se llenaban y nos permitíamos el lujo de ir al cine tres días seguidos. De cómo se desprendía de la ropa que llevaba regalándosela al primero de nosotros que reparaba en su bonita corbata  o en sus elegantes zapatos.  



Nos contó de su hermana -nuestra madre- y de nuestro padre como solo él puede hacerlo - Nuevamente, / eran mis padres jóvenes. Jugaban / conmigo mis hermanos- y pasamos la tarde conversando de cosas que solo podemos ya hablarlas con él. En fin,  nos hipnotizó una vez más.


Aquí les dejo un brevísimo vídeo que da testimonio de esa visita y de que no he pecado de  exagerado al describir a mon oncle.










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miércoles, 2 de noviembre de 2011

DON JUAN


Tú que tienes la boca más dulce que la miel,
tú que el azúcar llevas en el corazón,
no seas, vida mía, cruel conmigo.


DON GIOVANNI (Canzonetta)



Todos los años por estas fechas acudo al Teatro Romea a disfrutar del Don Juan de Julio Navarro y escucho Don Giovanni y Don Juan. Mozart y Richard Strauss en sesión continua.  Strauss sentía una admiración reverencial hacia Mozart, así que imagino su felicidad al actuar de telonero en la misma velada que el genio de Salzburgo. Su poema sinfónico precediendo a la ópera de las óperas.




Ya saben -porque ya lo escribí- de mi afición a respetar las tradiciones musicales. Por Reyes, el Mesías; en Semana Santa, las Pasiones de Bach; en Viernes Santo, Parsifal; en agosto, la tetralogía; en diciembre, el Oratorio de Navidad... 

 
Este año la versión que ha sonado en mi  Ständetheater de La Alberca ha sido la dirigida por Fritz Busch en 1936. Con un don Giovanni que me ha dejado como a Donna Anna, Donna Elvira y Zerlina, seducido: John Brownlee



El año pasado me reprimí. Hice caso a Mary Kate y no dije el número de versiones que tenía de esta ópera. Sí, sí, dije que tenía muchas pero no dije cuántas. Me dice Mary Kate que soy un fantasma presumido. Lo admito, algo tengo de fantasma y mucho de presumido. Pero si un coleccionista no presume de su colección ¿para qué quiere amontonar objetos? Así que ahí va: tengo, poseo, disfruto, amaso, cuento y recuento, y a veces hasta oigo, 21 versiones de la ópera de las óperas. Dicho queda. 

Seleccionar el poema sinfónico me ha resultado más fácil, solo tengo cuatro versiones, de momento,  y el elegido en esta ocasión ha sido Rudlof Kempe. 

Aquí les dejo una perla para que la disfruten.








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viernes, 28 de octubre de 2011

ALTERNANCIA

Ya están aquí. Después de ocho larguísimos años dando tumbos, nuestra derecha volverá a coger la manija del país. Otra vez gobernarán aquellos alumnos que obtenían las más altas calificaciones. Nos pondremos, por fin, en manos de expertos en oposiciones: abogados del estado, notarios, ingenieros de caminos y demás empollones.


Ahora descenderán a los infiernos El País, la Ser, La Sexta, los indignados, los titiriteros, el matrimonio entre homosexuales y su cabalgata de colorines,  la memoria histórica y sus zanjas, El Gran Wyoming,  Gabilondo y mi cuñado Paco.

Y treparán al cielo La Gaceta, La Razón, La Cope, Carlos Cuesta y su Veo-7,  Intereconomía y su gato, Carlos Dávila, Horcajo, Herman Tertsch y mi cuñado Antonio.


Lo peor de todo es el mesecito que me espera con la dichosa campaña electoral y los listos de turno explicándomelo. Estos listos son unos enteradillos con pereza intelectual que abdican de su  raciocinio crítico y repiten servilmente aquello que dicen aquellos.

Son propagadores del argumentario de los partidos políticos. Unos pesados insoportables que te sueltan el rollo en cuanto te descuidas. Te los encuentras pontificando en la televisión, conduciendo un taxi o tomándose una cerveza a tu lado.


La macroeconomía no tiene secretos para ellos. Te hablan del peligro inminente de entrar en default,  de la deuda soberana global o de la prima de riesgo  como quien habla del tiempo.

Yo sé que no piensan. Una vez lo hicieron y les dolió la cabeza. Pena de gente. 

Aquí les dejo mi última superproducción, ¡Que vienen los rojos!




lunes, 24 de octubre de 2011

LA FEA BURGUESÍA

Hace unos días viajamos los cinco hermanos a Almodóvar del Pinar, provincia de Cuenca. Fuimos a visitar a un buen amigo que ha sido capaz -él solo-  de construir, piedra a piedra, una ermita, una torre medieval y un templete. Dicho así ya parece cosa extraordinaria,  pero  cuando estás ante su obra tomas auténtica medida de su hazaña.  ¡Homérico!


Allí, entre vino y vino, hice mención de una frase que había leído en La fea burguesía de Miguel Espinosa. Uno de los contertulios, que tiene ese libro como libro de cabecera, no la recordaba y puso en duda mi reconocida memoria.

Al regreso, me faltó tiempo para rescatar el libro de su anaquel -leja, decimos por aquí-  y buscar la cuestionada cita. No hace falta que les diga que allí estaba, en su sitio: En la vida de un hombre hay quince o veinte días que no le pertenecen. Son jornadas para enterrar al padre, a la madre, o para darse a sucesos de los otros. Ahora, espero impaciente a que me den la razón,  goce supremo de los mediocres.


Antes de devolver el libro a su privilegiado lugar de descanso  -disfruta de la vecindad de los libros de Pedro García Montalvo-  decidí leerlo otra vez. Volví de nuevo a encontrarme con Godinillo, Lanosilla y Lopecillo y a escuchar humildemente cuanto el gozante Camilo quiso decirme. 

En ocasiones así,  lamento profundamente no ser capaz de destripar un buen libro. Ya he reconocido en no pocas ocasiones que entre mis muchas habilidades no figura ejercer la crítica literaria. Me lo advierte el mismísimo Espinosa: sobre libros, ha de valorarse la opinión de aquellas personas tan altas que no precisan escribirlos. Y yo soy más bien bajito.

Dicen esos señores tan altos, que La fea burguesía es una crítica a la España del franquismo. Yo creo que no. La crítica que hace de forma certera y despiadada es a los valores burgueses,  a la ambición desmedida y a nuestra estupidez: ¿Habría yo de cenar con Cervantes? Otra cosa sería cenar con el presidente del instituto cervantino.

Es una sátira de esa escala de valores donde el éxito se sitúa en lo más alto y ese éxito no es otra cosa que poseer dinero:  Didio y Purita poseen vajillas de diversa calidad, que usan de acuerdo  con la categoría asignada al invitado; para catalogar los visitantes, calculan su dinero.
  
Para los que somos de por aquí, Miguel Espinosa es tan conocido y leído –así al menos debiera de ser- como el mismísimo Cervantes. Pero si por cualquier motivo no lo han disfrutado aún, no sé a qué esperan. Empiecen por La fea burguesía y después, Escuela de mandarines. Corran. 






                                                                                                               

martes, 18 de octubre de 2011

GIANNI SCHICCHI



El gran padre Dante mandó a su infierno a los falsificadores. Los condenó a ir corriendo frenéticamente por el foso, mordiendo a todos los que se encontraban. Entre esos falsificadores aparece en La Divina Comedia  un tal Gianni Schicchi  -Gianni Schicchi, el loco ha sido: / que a los demás, rabioso, va atacando-, personaje histórico que cometió realmente el delito por el cual Dante lo inmortalizó. Su delito consistió  en suplantar a Buoso Donati para robar su herencia. 


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En mi visita al museo de Orsay me topé con este cuadro de Bouguereau, "Dante y Virgilio en el infierno", en donde Gianni Schicchi muerde al hereje alquimista Capocchio).

Algunos siglos después el no menos grande Giacomo Puccini compuso una ópera sobre este mismo personaje, que tituló así precisamente, Gianni Schicchi. Esta ópera consta solamente de un acto y se representaba junto a otras dos –también de un solo acto-  Il tabarro y Suor Angelica, formando entre las tres lo que se conoce como Il Tricctico.



El libreto  de G. Forzano es una joya: la acción transcurre en el dormitorio de una mansión de Florencia una mañana de otoño del año 1299. El acaudalado Buoso Donati acaba de fallecer y los parientes descubren con estupor que ha testado en favor de unos frailes dejándoles a todos ellos desheredados y llorando desconsoladamente: ¡Quién hubiera dicho jamás, que cuando Buoso fuese al cementerio, le habríamos de llorar de veras!

Incapaces de encontrar una solución que les permita hacerse con el botín recurren a Gianni Schicchi, un abogado fullero con fama de imitador ingenioso y experto en este tipo de asuntos: ¡Es listo! ¡Muy astuto! No hay malicia de leyes y códigos que no conozca bien.

 La estafa está urdida, ocultan al muerto en un armario y Gianni Schicchi suplanta al falso moribundo Donati. Avisan a un notario y el propio Gianni Schicchi rehace el testamento dictándolo desde el supuesto lecho de muerte.

El impostor comienza a redactar el testamento y para sorpresa de todos se va adjudicando él mismo todos los bienes: Dejo la mula, esa que vale trescientos florines y que es la mejor mula de toda la Toscana, a mi devoto amigo…¡Gianni Schicchi!  Quedando así burlados y desheredados los intrigantes parientes.

En esta ópera, hay un aria -o mio babbino caro- que es una pequeña isla dentro de ella.  Es una melodía bellísima que casi todos conocemos. Cada vez que la oigo me acuerdo de la magnífica película de James Ivory, Una habitación con vistas…pero esa es otra historia.










viernes, 14 de octubre de 2011

GOZANTES

Vuestra desgracia no estriba en comparecer indigentes y reflexivos, 
sino en el hecho de que jamás os libraréis de semejante destino.

LA FEA BURGUESÍA


Los indignados ya preparan otra manifestación exigiendo que se ponga fin a la pérdida de derechos. Quieren atar corto a los poderes financieros y a la clase política. Tratan de conseguir un cambio global. Que Dios les ayude.


Hace ya algún tiempo que me he rendido a la evidencia: En el mundo hay sencillamente una casta gobernante y una casta obediente, una casta gozante y una casta sufriente.



domingo, 9 de octubre de 2011

PÉREZ REVERTE

Me parece un autor tan insignificante que ni siquiera lo he leído
JUAN DE MAIRENA


Con la cita del apócrifo profesor de retórica y sofística, quisiera aclarar dos cuestiones previas. Una, que no he tenido el gusto de leer novela alguna de don Arturo. Y dos, que no debo opinar sobre sus méritos literarios. La frase de don Antonio viene a decirnos, más o menos, eso.



Lo que me ocurre con este señor, es que se ha convertido en una pesadilla para mi correo electrónico.  Mis amigos ultraconservadores - que los tengo y les quiero mucho- se han empeñado en convertirme en uno más de sus muchos lectores. Así, semana tras semana, me martillean mandándome vía ordenador  los artículos que más les emocionan.

Estoy seguro que no es éste el propósito del escritor,  pero esos amigos míos ultraconservadores  lo han designado como su abanderado y se han erigido en esparcidores de sus escritos más contundentes: Pajín no sabe distinguir un condón de un aborto; Moratinos se fue como un perfecto mierda; Zapatero es un político analfabeto que no ha leído un libro en su vida; Maldita sea su estampa…  


Lo último que me han enviado por vía hertziana es una especie de carta abierta que le escribe al  imbécil  de Zapatero: Ya le llamé imbécil en esta misma página, escribe el cartagenero.
En esta carta, el vocabulario que emplea don Arturo para calificar a los ministros y ministras parece que les jalea de una manera especial  y, entusiasmados, me mandan el artículo todos a la  vez:  una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos, cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no sinvergüenzas…

No entro ni salgo en la oportunidad de la carta, ni en el tono empleado, y menos aún en el fondo de su crítica. Allá cada cual con sus respetabilísimas opiniones. Pero, por caridad, que alguien le aclare a mis amigos ultraconservadores que don Arturo es un escritor de éxito, con sillón propio en la Academia de la Lengua y llamado a ocupaciones más importantes que visitar ordenadores de la mano de esta pandilla de patriotas. No debe este señor quedar para eso ni mi ordenador echar humo cada vez que su pluma reflexiona.

De seguir así, no voy a tener más remedio que echarme al coleto alguno de sus libros, aunque solo sea para hacer algo que mis amigos ultraconservadores no han hecho todavía.




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lunes, 3 de octubre de 2011

JULIO ALEJANDRO

Por Julio, lo que haga falta
RAFAEL  AZCONA


Uno de los placeres que me permito cada domingo es leer a Manuel Vicent en El País. Gracias a él descubrí hace unos años a Julio Alejandro.

 
Resultó ser todo un personaje: nacido en Huesca en 1906. Alumno de Ortega y  Dámaso Alonso. Compañero de Luis Rosales. Marchó a México para  estar seis meses y se quedó allí treinta y cinco años. Fue guionista de Luis Buñuel en títulos como Viridiana o Tristana. Escribió más de cien guiones y fue premiado con dos Arieles, los Goyas mexicanos. Fue, además,  poeta; autor teatral; marino; aventurero -estuvo en cuatro guerras- y cocinero. Dicen de él sus amigos que tuvo una vida de cine.


En 1983 regresó a España, se instaló frente al mar de Jávea y tras 12 años mirándolo entonó su adiós a la vida.

Julio Alejandro se consideraba, ante todo, poeta: «Soy poeta; después, escritor de teatro; después, escritor de cine; después, escritor para televisión, y después, nada...». 
Entre sus primeras obras figura un libro de versos, La voz apasionada. El prólogo era nada menos que de Antonio Machado. Se lo prologó con un poema: …Con el milagro de tu verso /  he visto mi infancia marinera. / Que yo también de niño / ser quería pastor de olas / capitán de estrellas…

Tras tanto indagar sobre Julio Alejandro ya solo me faltaba leerlo, y me hice con cuatro de sus libros: La llama fría; La casa sin música; Días de otoño y, lo que para muchos es su obra maestra, Breviario de los chilindrones.


Este Breviario de los chilindrones es una joya. No espere nadie encontrarse, tan solo, con un libro de cocina. El vocabulario que emplea, los recuerdos y anécdotas que relata lo hacen único. Es de esos libros en donde las digresiones se convierten en el relato principal.

Entre plato y plato te regala una perla así de brillante: En el día de mi tránsito, por la abierta ventana, quisiera mirar unas ramas de árbol movidas por el viento, y más lejos, el mar.

O esta otra:
   
-Conocí a un hombre al que sus hijos aplaudían cada mañana.

                                              ***                          

N.B.  Escribió con Buñuel "Abismos de pasión", la mejor (y más desaforada y más desgarrada y más desmedida) adaptación de "Cumbres borrascosas" que se haya rodado nunca. Verdadero "amour fou". (Daniel Domínguez)

martes, 27 de septiembre de 2011

CUMPLEAÑOS


El pasado jueves fue su cumpleaños. Jugó su habitual partido de tenis y el muy iluso soñó que se sentía como en sus años mozos y que salía de la pista sin que le doliera ninguna parte del cuerpo. 
Le regalaron vino, zapatillas de pádel, un frasco de perfume y ningún libro.  Sus amigos le vitorearon en la barra de El Pasaje: ¡Viva el que gasta! Y remató el día  viendo –por enésima vez- la película Dos en la carretera.

 
 
Desde hace algún tiempo, cada 22 de septiembre, relee el mismo poema: Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar. / Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos, / Hay un espejo que me ha visto por última vez, / Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. / Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos) / Hay alguno que ya nunca abriré. / Este verano cumpliré cincuenta años; / La muerte me desgasta, incesante.

Ha cumplido sesenta y tres primaveras. Sabe de sobra que la vida va en serio y también sabe que la mejor manera de resistir el chaparrón es frecuentar bares rodeado de  amigos, jugar con la pelotita y embarcarse en cosas inútiles -Bobo que lo útil busca / Y no ve que la vida / Por tal motivo se hace más inútil-.

 Por muchos años y que todos lo veamos.







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jueves, 22 de septiembre de 2011

PÁLPITOS

                                                                                               A Pepe Fuentes 



Mis pálpitos gozan de gran prestigio entre mis amigos. Difícilmente me equivoco cuando tengo una visión sobre acontecimientos futuros. Así,  supe con antelación que un negro –con perdón- sería presidente de los EE.UU. También anduve fino cuando me barrunté lo de la caída del muro de Berlín. Y para qué decirles que la crisis, la famosa crisis, la vi venir mucho antes de que estallara. 

El último pálpito lo he tenido mientras paseaba por la Glorieta murciana y volvía a leer la pancarta que cuelga del balcón del Ayuntamiento: “AGUA PARA TODOS”. Por un momento he visto  –con los ojos cerrados-  ese balcón ya sin la pancarta.  La retiraban unos concejales y la hacían desaparecer. El balcón después de tantísimos años volvía a lucir desnudo.

Cuando he contado en la tertulia mi percepción extrasensorial, me han quitado todo mérito. Me dicen  que la retirada de la pancarta después de las elecciones generales está cantada. La retirarán, sencillamente, por una cuestión de ingeniería política.

Verás Manri: El próximo  Presidente de Gobierno, me explican,  será del mismo partido político que los que rigen ahora el Ayuntamiento murciano,  y  por mucho que le recordemos  lo de “AGUA PARA TODOS”, el flamante Presidente tampoco nos la traerá, no lo dejarán los suyos de allá. Es un problema territorial, sencillamente. Seguiremos sin trasvase del Ebro y esa pancarta tan simpática empezará a resultar incómoda a los mismos que la colocaron y la guardarán bajo llave para mejor ocasión. 

Claro como el agua, esa que nunca veremos por aquí.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA CONVERSACIÓN

Vi esta película, dirigida por Coppola,  allá por los años setenta. En el  Cine Coy,  al entrar a la derecha. No sé por qué, pero en unos cines mi novia y yo nos sentábamos  siempre a la derecha  -Rex, Coy, Coliseum-  y en otros a la izquierda –Cinema Iniesta, Gran vía,  Teatro Circo Villar-. Sin motivo aparente, pero era así.



Hay una secuencia que me atrapó de tal forma que no he podido olvidarla desde entonces.  En un parque, una pareja está paseando y ven a un vagabundo tumbado sobre un banco. La chica -Cindy Williams- lo mira con tristeza y dice: Cuando veo a uno de esos pobres viejos, siempre pienso lo mismo: pienso que una vez fue un niño pequeño y que tendría un padre y una madre que le querían mucho y ahora míralo, derrumbado en un banco callejero, dónde están ahora su padre, su madre, su familia. No sé por qué siempre lo pienso.


Con el tiempo cayó en mis manos un libro de poemas de Charles Bukowski. Uno de esos poemas se titula “Pensión de mala muerte”: y esos / cuerpos /  en la oscuridad  / gordos y / flacos / y / encorvados / unos / sin piernas / sin brazos / […] / todos esos hombres / fueron / niños / una vez / ¿qué / les / ha pasado?

Volvía a toparme con la misma pregunta. Y con esa reflexión he vivido los últimos cuarenta años. No me la quito de la cabeza.

Desde aquella tarde en el Cine Coy,  cada vez que veo esa escena en la vida real, cada vez que me tropiezo con un indigente tumbado en un banco, recuerdo aquella película,  recuerdo aquel poema, y de paso  –no lo puedo evitar-  me fijo si luce abundante cabellera. Ustedes me entienden.
 

http://www.youtube.com/watch?v=5z8EOHi-nKM






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miércoles, 7 de septiembre de 2011

ROMEO Y JULIETA


¿Quién es aquella dama que enriquece la mano de aquél galán?
W.S.



Me lo temía, este verano mi nieta mayor se ha enamorado. Desconozco aún si se trata de un simple amor de verano o de algo más serio. Pero que Elena y Javier están colados no hay quien lo dude. Basta con ver las fotografías y observar esas miradas, esas caritas arrobadas reservadas únicamente a los enamorados.



En no pocas ocasiones les he sorprendido cogiditos de la mano e incluso besándose. Espero y deseo que no hayan pasado a mayores. Yo les digo que no tengan prisa, que son muy jóvenes y que  tienen todo el tiempo por delante. Me miran y se ríen.


Les he colocado ante el televisor a que vieran al Papa en Madrid y escucharan su mensaje de castidad. Ni por esas, ellos siguen dándose el pico como dos pajaricos.   

Esto es amor, quien lo probó lo sabe.


                                                                       (A Conchita y Santiago)

                                                           Fotografías: Carlos Barrenechea




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jueves, 1 de septiembre de 2011

CUALQUIER OTRO DÍA

La principal diferencia entre los hombres y los dioses es que los
dioses no creen que pueden convertirse en hombres.

DENNIS LEHANE



En este entretenimiento de leer libros el que más y el que menos tiene sus manías y sus hábitos.
Conozco gente que solo lee en verano. Se pasan el día leyendo como posesos, libro tras libro, andan todo el día ensimismados pasando páginas y en cuanto asoma el otoño se despiden de ellos hasta la temporada próxima. A más ver.

Entre mis estrategias lectoras, el verano también adquiere su protagonismo: me gusta  abordar los tochos cuando estoy en la playa. Así, Guerra y Paz, La Montaña Mágica, Vida y Destino, Moby Dick… los he engullido entre baño y baño. 

Y ya he llegado a donde quería llegar: este verano uno de mis hijos me obsequió con un tochito –Para mi padre, a quien debo el disfrute de libros como éste. De tu hijo que te quiere, Manrique- de 728 páginas. Su título es el que he robado para esta entrada, Cualquier otro día. Su autor, Dennis Lehane, es autor, entre otras, de Mystic River, aquella historia que llevó al cine Clint Eastwood.



Les ahorraré una crítica al uso. No está entre mis virtudes desgranar un libro y pontificar sobre su calidad. Ni siquiera les diré que retrata impecablemente la América de principios de siglo XX, con sus problemas raciales, el fin de la hegemonía irlandesa, el terrorismo anarquista y el auge del movimiento sindical.


Lo que sí me atrevo a decirles es que se trata de uno de esos libros que caen en tus manos cada diez años. Lo lees a horas y a deshoras, te levantas de madrugada para seguir leyéndolo y se lo recomiendas a todo bicho viviente. Una joya.

Los diálogos parecen sacados de una película de cine negro y raro ha sido el capítulo en  donde no he encontrado una perla para mi florilegio: 

El verdadero precio de tener una familia es no poder evitar el dolor de los seres queridos.







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viernes, 27 de mayo de 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

CALVOS


Nunca he compartido esas opiniones tan rotundas sobre la relación entre los rasgos de personalidad de un individuo y su fisonomía, su nacionalidad o el color de su piel. 

Los gordos no tienen por qué ser más risueños y optimistas que los cenceños, ni los españoles  somos necesariamente más envidiosos que los franceses. La tacañería achacada a los catalanes siempre me ha parecido una forma encubierta de envidia por ser los más europeos de todos nosotros. 
Pero les voy a contar lo que le escuché decir a un calvo, a un ilustre calvo,  sobre los calvos y que ha tirado por tierra mi incredulidad en estos asuntos.
 
El colofón de mi carrera baloncestística fue entrenar al Júver - recuerden, aquel equipo donde descubrí el vértigo del baloncesto profesional-. Fui su primer entrenador y después de mí vinieron por aquí otros muchos técnicos de más categoría: Felipe Coello, Moncho Monsalve... uno de ellos fue Ari Vidal, el famoso entrenador de la selección brasileña de baloncesto.
 
Ari Vidal, que es calvo como una bola de billar, estaba en los vestuarios del Club de Tenis aguantando las bromas de los amigos acerca de su despoblada cabellera. Sin apenas inmutarse, hizo este comentario en voz alta: Reíros, reíros de los calvos, pero decidme si alguna vez habéis visto a un calvo pidiendo.


Hasta ese momento, de los calvos había oído que eran más viriles que los melenudos por aquello de que el exceso de testosterona provocaba la caída del pelo, pero eso de que nunca tendría que darle unas monedas a ninguno de ellos, eso, he de reconocer que ni lo imaginaba.

Desde entonces no hay indigente que me tropiece al que no le mire  la cabeza. Juro por mi nietos que jamás, jamás, he visto a un calvo pidiendo.








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