Todo empezó hace unos años cuando tonteaba con Internet. Descubrí que desde mi casa, desde mi sillón, podía visitar museos, bibliotecas y rebuscar en hemerotecas. Cuando descubrí todo esto, mi tiempo libre empezó a quejarse. Comencé a sisar, a estafar horas a mis lecturas, a mis películas y a mis óperas. No llegué a preocuparme seriamente, la verdad. Creí que sería cuestión de organizarme: estas horas para Internet, estas otras para mis libros, mis películas y mi música. Y así lo hice… Hasta que me topé con el más egoísta, acaparador y celoso de los tiranos: EL BLOG.
Hace un par de meses se me ocurrió indagar en Internet sobre una novela que acababa de leer y que me había entusiasmado, El relámpago inmóvil. Entre críticas y reseñas encontré algo que era novedoso para mí: UN BLOG. En él, se hacía un análisis riguroso y emocionado de esa novela y de su autor. Después visité otro blog, y luego visité otro y otro. Me contagié. Ahora me paseo por veintitantos blogs y hasta regento mi propio club, el Thornton Club.
Estoy desbordado, no controlo esta situación. El blog, ese tirano acaparador, no me permite compartir mi tiempo libre. Mis libros me reclaman, apenas si veo alguna película y Puccini dice que si estoy enfadado.
Recurro a vosotros, más veteranos. Decidme, cómo os organizáis para visitar tantos blogs. Para crear vuestras propias entradas y atender a vuestros seguidores, algunos tenéis más de cien. Cómo podéis hacer todo esto y, además, leer algún libro, disfrutar con Billy Wilder, y de vez en cuando echaros alguna que otra ópera al cuerpo o escuchar la trompeta de Chet Baker.
No quiero renunciar a mi nueva pasión incontrolada, no es necesario que me extienda describiendo el cariño que ya os tengo y lo que me enriquece vuestro roce. Pero tampoco quisiera descuidar mis viejas costumbres, las de siempre. ¿Cómo hacerlo?
.