lunes, 3 de octubre de 2011

JULIO ALEJANDRO

Por Julio, lo que haga falta
RAFAEL  AZCONA


Uno de los placeres que me permito cada domingo es leer a Manuel Vicent en El País. Gracias a él descubrí hace unos años a Julio Alejandro.

 
Resultó ser todo un personaje: nacido en Huesca en 1906. Alumno de Ortega y  Dámaso Alonso. Compañero de Luis Rosales. Marchó a México para  estar seis meses y se quedó allí treinta y cinco años. Fue guionista de Luis Buñuel en títulos como Viridiana o Tristana. Escribió más de cien guiones y fue premiado con dos Arieles, los Goyas mexicanos. Fue, además,  poeta; autor teatral; marino; aventurero -estuvo en cuatro guerras- y cocinero. Dicen de él sus amigos que tuvo una vida de cine.


En 1983 regresó a España, se instaló frente al mar de Jávea y tras 12 años mirándolo entonó su adiós a la vida.

Julio Alejandro se consideraba, ante todo, poeta: «Soy poeta; después, escritor de teatro; después, escritor de cine; después, escritor para televisión, y después, nada...». 
Entre sus primeras obras figura un libro de versos, La voz apasionada. El prólogo era nada menos que de Antonio Machado. Se lo prologó con un poema: …Con el milagro de tu verso /  he visto mi infancia marinera. / Que yo también de niño / ser quería pastor de olas / capitán de estrellas…

Tras tanto indagar sobre Julio Alejandro ya solo me faltaba leerlo, y me hice con cuatro de sus libros: La llama fría; La casa sin música; Días de otoño y, lo que para muchos es su obra maestra, Breviario de los chilindrones.


Este Breviario de los chilindrones es una joya. No espere nadie encontrarse, tan solo, con un libro de cocina. El vocabulario que emplea, los recuerdos y anécdotas que relata lo hacen único. Es de esos libros en donde las digresiones se convierten en el relato principal.

Entre plato y plato te regala una perla así de brillante: En el día de mi tránsito, por la abierta ventana, quisiera mirar unas ramas de árbol movidas por el viento, y más lejos, el mar.

O esta otra:
   
-Conocí a un hombre al que sus hijos aplaudían cada mañana.

                                              ***                          

N.B.  Escribió con Buñuel "Abismos de pasión", la mejor (y más desaforada y más desgarrada y más desmedida) adaptación de "Cumbres borrascosas" que se haya rodado nunca. Verdadero "amour fou". (Daniel Domínguez)