sábado, 13 de marzo de 2010

NIÑOS

“El sol que reinó sobre mi infancia 
me privó de todo resentimiento”
A. Camus



                                             A mis nietos, Manrique, Elena, Pilar, Gloria y Manuela

Desde que soy abuelo se me ha acentuado la obsesión por la felicidad de los niños, de los niños que pueden ser felices, claro. Esos que son felicitados en sus santos y cumpleaños, esos que reciben las visitas de los Reyes Magos y el ratoncito Pérez. Los otros, los del sur, los que enferman simplemente por no poder lavarse las manos, de esos hablaré en otro momento, hoy no.

Con mis hijos he sido un padre blando, lo sigo siendo. He mirado siempre a mis hijos "con ojos de abuelo", los he mimado en exceso. Ni yo me he arrepentido ni ellos lo han lamentado.
Decía un joven pedagogo que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo. Que sin ese amor exagerado que le dio su padre, no hubiese sido tan feliz. Eso no lo descubrió en la facultad, ni en ningún libro. Tuvo la suerte de disfrutar de un padre exagerado.
Cuenta una famosa escritora, que su hija, ya mayorcita, le dijo que era la madre más buena del mundo. Ella le respondió que su único merito había sido darle besos y decirle que la quería.

¿No les parece que la niñez está para disfrutar, para jugar y para ser feliz? La primera y más importante obligación de los adultos es hacer que esa felicidad sea lo más intensa posible. Nunca volverán a ser tan felices. Pronto despertarán del sueño de los niños, dejarán de ser inmortales. Crecer duele y los mayores lo sabemos.


En la película de Jean Renoir, El Río, un niño muere por la picadura de una cobra y recitan un monólogo sobre los niños que me parece sublime, cito de memoria:

Brindo por los niños. Habría que celebrar que un niño haya muerto como un niño. Que un niño haya escapado. Los encerramos en escuelas, les inculcamos nuestros tabúes, los enredamos en nuestras guerras y no pueden escapar. El mundo es de los niños, el auténtico mundo. Son libres como pájaros, son animales y no se avergüenzan. ¡Si el mundo estuviera poblado de niños !


Háganme caso, agáchense, háblenles con diminutivos y mímenlos, no sean severos con ellos. Y recuerden: ¿Qué sería de los niños sin la desobediencia?



Agosto 2016: Tenía publicado a continuación un vídeo y hoy lo sustituyo por otro  El de mis últimas Navidades felices.