jueves, 18 de febrero de 2010

MONAGUILLOS

Era un hombre culto y sin embargo muy religioso. Todas las mañanas de todos los días acudía a primera hora a misa. Se le ocurrió que siendo padre de seis hijos varones, sería una buena idea que cada día uno de sus hijos ayudara al cura a decir la misa.


Los hijos no tuvieron más remedio que acatar esa decisión, eran los años sesenta y la costumbre en aquellos años era la de obedecer ciegamente a los padres.
Bautizaron la ocurrencia del padre como si de una película de terror se tratara, era su pequeña venganza, su tímida rebeldía: El crimen de las siete.

Cada día, a esa hora, el padre se disponía a ejecutar al forzado madrugador. El resto de hermanos oían las blasfemias del condenado y suspiraban tranquilos sabedores de que esa mañana no oficiarían de monaguillos.

Hacían sus trueques, cambiaban sus turnos, como hacen los médicos en los hospitales. Alguna vez hubo hasta dinero de por medio, como si de una bula se tratara. Una vez en el altar se transformaban: Suscipiat Dominus sacrificium de manibus tuis ad laudem et gloriam nominis sui…Nunca más pisaron una iglesia.




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lunes, 15 de febrero de 2010

VOCACIÓN

"Antes se era docente por vocación,
ahora sólo es un oficio más"

R.J. Madrid. "En torno a la tiza"



Resulta que la vocación en el docente es algo que preocupa en las Facultades de Educación, creen que le haría muy bien a nuestro sistema educativo tener en cuenta, de manera real, los aspectos vocacionales en la selección del futuro profesorado.

En una reciente encuesta realizada por el profesor de la Universidad de Murcia, Jesús Molina, autor del libro "Educar en la escuela actual", señala que el 93% de los 170 alumnos de 2º de Magisterio, aseguran que "no estudian la carrera por vocación sino para ser funcionarios o tener más vacaciones".


Yo no sé cuánto le preocupa a esa facultad la crisis de vocaciones, sé que para mis nietos quiero profesores que estén en el 7% restante, esos que no quieren ser profesores por las vacaciones, aunque tengan un expediente académico menos competente.

Les regalo un cortísimo vídeo de la película "Lugares comunes". El profesor Robles, Federico Luppi, llegada la edad de jubilación desea seguir dando clases, su vocación no ha disminuido con el tiempo. Nada que ver con otros que llegado el momento salimos corriendo como ratas. En él veremos la última clase que el profesor Robles imparte a sus alumnos y su testamento pedagógico, de una ética y lucidez extremas, que despierta nuestra admiración y nuestro aplauso.




domingo, 14 de febrero de 2010

PROFESORES

Juego con algo de ventaja al hablar de los profesores, mi familia casi al completo se dedica a la enseñanza, algo más de veinte de sus miembros son profesores, sí, sí, exactamente veintitrés. Mi padre y yo lo éramos y vivo con dos profesoras que son profesoras las 24 horas del día. Me he pasado toda mi vida entre ellos.





Hay un sector de docentes, bastante numeroso, que piensa que nuestra enseñanza es un fracaso y probablemente tengan razón, pero es curioso verlos reunidos razonando la cuestión. Obsérvenlos: culpan a los padres porque son unos flojos y se dejan avasallar por los hijos. Culpan también a la sociedad por desprestigiar conceptos en otros tiempos sagrados, como el esfuerzo, el trabajo, el interés. Y, por supuesto, culpan a los políticos y sus dichosos planes de estudios. A todos señalan… menos a ellos mismos, a los profesores.
No digo que sean los responsables del supuesto fiasco, pero ya que se reúnen para tratar del asunto, que hagan un poquito de autocrítica. Qué menos.



Esto no es exclusivo de los enseñantes, otro tanto se podría decir de los jueces, de los médicos o de los conductores de autobuses. Pero yo he titulado la entrada “Profesores” y es a ellos a quien me refiero.



La enseñanza, como algunos sabemos, es una profesión que requiere vocación y el que no la tenga debería salir corriendo de las aulas. El mal que causa a sus alumnos, y en no pocos casos a sí mismo, es difícil de reparar. A veces nos sobra con cinco minutos para catalogar a un pobre y virgen profesor y concederle la medalla al mérito o degradarlo a simple profesional.






Esa vocación de la que hablamos es necesaria porque en no pocas ocasiones, el profesor, tendrá que enseñar al que no quiere, que es algo más complicado que enseñar al que no sabe. Porque en no pocas ocasiones tendrá que soportar la ingratitud de sus alumnos y la de los señores padres de sus alumnos y porque, en no pocas ocasiones, se preguntará si sirve de algo lo que está haciendo. (Continuará).

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