DE PAR EN PAR, así están de nuevo las puertas y ventanas del club.
He pintado las paredes y plantado caléndulas, cinerarias, silenes y prímulas. La piscina al punto y hemos repuesto las almendras y la hueva. Y por supuesto, la bebida.
He pintado las paredes y plantado caléndulas, cinerarias, silenes y prímulas. La piscina al punto y hemos repuesto las almendras y la hueva. Y por supuesto, la bebida.
Ya he observado que no me habéis guardado la ausencia y que no queda una sola botella de vino ni un quintico de Estrella. Bebéis como cosacos. Eso me gusta, ya sabéis que soy amigo de lo exagerado y que la palabra moderación no figura en mi diccionario. Además, para eso dejé la puerta entornada.
De mi viaje por La Rioja sólo podría daros envidia. Seré generoso y únicamente os diré que he regresado tan pronto porque casi todos los de la cuadrilla tienen la funesta manía de trabajar. Ganas me han dado de quedarme una temporadita en la tierra de Pepe Pereza.
Por cierto, en la cuadrilla venían tres miembros más del Thornton Club, imagino que por sus comentarios los reconoceréis.
Aún considerando lo excelente de los vinos riojanos, lo que más me ha impresionado ocurrió en San Millán de la Cogolla hace mil quinientos años: unos obreros levantaban un granero y el madero que iban a utilizar no alcanzaba la medida necesaria. San Millán obró el milagro y el madero alargó su tamaño. Increíble.
Aún considerando lo excelente de los vinos riojanos, lo que más me ha impresionado ocurrió en San Millán de la Cogolla hace mil quinientos años: unos obreros levantaban un granero y el madero que iban a utilizar no alcanzaba la medida necesaria. San Millán obró el milagro y el madero alargó su tamaño. Increíble.
A más ver.