Me parece un autor tan insignificante que ni siquiera lo he leído
JUAN DE MAIRENA
Con la cita del apócrifo profesor de retórica y sofística, quisiera aclarar dos cuestiones previas. Una, que no he tenido el gusto de leer novela alguna de don Arturo. Y dos, que no debo opinar sobre sus méritos literarios. La frase de don Antonio viene a decirnos, más o menos, eso.
Lo que me ocurre con este señor, es que se ha convertido en una pesadilla para mi correo electrónico. Mis amigos ultraconservadores - que los tengo y les quiero mucho- se han empeñado en convertirme en uno más de sus muchos lectores. Así, semana tras semana, me martillean mandándome vía ordenador los artículos que más les emocionan.
Estoy seguro que no es éste el propósito del escritor, pero esos amigos míos ultraconservadores lo han designado como su abanderado y se han erigido en esparcidores de sus escritos más contundentes: Pajín no sabe distinguir un condón de un aborto; Moratinos se fue como un perfecto mierda; Zapatero es un político analfabeto que no ha leído un libro en su vida; Maldita sea su estampa…
Lo último que me han enviado por vía hertziana es una especie de carta abierta que le escribe al imbécil de Zapatero: Ya le llamé imbécil en esta misma página, escribe el cartagenero.
En esta carta, el vocabulario que emplea don Arturo para calificar a los ministros y ministras parece que les jalea de una manera especial y, entusiasmados, me mandan el artículo todos a la vez: una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos, cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no sinvergüenzas…
No entro ni salgo en la oportunidad de la carta, ni en el tono empleado, y menos aún en el fondo de su crítica. Allá cada cual con sus respetabilísimas opiniones. Pero, por caridad, que alguien le aclare a mis amigos ultraconservadores que don Arturo es un escritor de éxito, con sillón propio en la Academia de la Lengua y llamado a ocupaciones más importantes que visitar ordenadores de la mano de esta pandilla de patriotas. No debe este señor quedar para eso ni mi ordenador echar humo cada vez que su pluma reflexiona.
De seguir así, no voy a tener más remedio que echarme al coleto alguno de sus libros, aunque solo sea para hacer algo que mis amigos ultraconservadores no han hecho todavía.
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