Ya están aquí. Después de ocho larguísimos años dando tumbos, nuestra derecha volverá a coger la manija del país. Otra vez gobernarán aquellos alumnos que obtenían las más altas calificaciones. Nos pondremos, por fin, en manos de expertos en oposiciones: abogados del estado, notarios, ingenieros de caminos y demás empollones.
Ahora descenderán a los infiernos El País, la Ser, La Sexta, los indignados, los titiriteros, el matrimonio entre homosexuales y su cabalgata de colorines, la memoria histórica y sus zanjas, El Gran Wyoming, Gabilondo y mi cuñado Paco.
Y treparán al cielo La Gaceta, La Razón, La Cope, Carlos Cuesta y su Veo-7, Intereconomía y su gato, Carlos Dávila, Horcajo, Herman Tertsch y mi cuñado Antonio.
Lo peor de todo es el mesecito que me espera con la dichosa campaña electoral y los listos de turno explicándomelo. Estos listos son unos enteradillos con pereza intelectual que abdican de su raciocinio crítico y repiten servilmente aquello que dicen aquellos.
Son propagadores del argumentario de los partidos políticos. Unos pesados insoportables que te sueltan el rollo en cuanto te descuidas. Te los encuentras pontificando en la televisión, conduciendo un taxi o tomándose una cerveza a tu lado.
La macroeconomía no tiene secretos para ellos. Te hablan del peligro inminente de entrar en default, de la deuda soberana global o de la prima de riesgo como quien habla del tiempo.Yo sé que no piensan. Una vez lo hicieron y les dolió la cabeza. Pena de gente.
Aquí les dejo mi última superproducción, ¡Que vienen los rojos!