A Cabopá
Los grandes compositores tocan el cielo cada vez que se ponen a la faena, pero algunas veces, más que tocarlo consiguen abrazarlo.
Sin duda, Bach, Mozart, Beethoven o Schubert eran visitados con frecuencia por una u otra musa. Pero de vez en cuando recibían la visita de todo el coro de Apolo y nos obsequiaban con un regalo especial.
El Air de la Suite Nº 3, seguro que la compuso Bach aprovechando una de esas concurridas visitas.
Les contaré algo sobre esta aria. En los funerales del Primer Ministro sueco Olof Palme, su viuda permanecía con una entereza impresionante...hasta que sonó la música de Bach y rompió a llorar. Se derrumbó. Cada vez que la escucho no puedo evitar recordar aquella imagen.
A estas delicatessen -adagios, larghettos, lieder, arias- las he bautizado con el nombre de “perlas”. Desde hace ya mucho tiempo me dedico a pescarlas y ya tengo una buena colección.
Parecería que cada cual le concederíamos la categoría de “perla” a distintas composiciones, por aquello de que sobre gustos no hay nada escrito. Craso error, mis perlas son también las suyas, no lo duden. Como decía un profesor de Jose Lorente, sobre gustos está todo escrito, sólo que hay quien no lo ha leído.
Uno de mis compositores preferidos es el británico Edward Elgar (1857-1934). En su música he encontrado una considerable cantidad de joyas para mi colección: Nimrod; Sospiri; el larghetto de la Serenata en mi menor; el adagio-moderato del Concierto para chelo; el andante de la Sinfonía nº 1; “Angel’s Farewell” de El Sueño de Gerontius...
La perla que les muestro hoy es una pieza que compuso Elgar para pequeña orquesta, “Chanson de matin” Op.15 Nº.2.
Esta “canción de la mañana” la escucho todos los años en las fiestas de primavera. Me trae unos recuerdos muy gratos, paseando por la Plaza de la Cruz y la Plaza de Belluga, oliendo a azahar y escuchando a las orquestas de jóvenes desparramadas por el centro de la ciudad.
Como todos los compositores, Elgar tiene sus directores predilectos, Sir John Barbirolli y Sir Adrian Boult son dos de ellos. Precisamente he elegido para esta audición de “Chanson de matin”, la versión de Adrian Boult de 1968 para EMI.
Aquí les dejo esta perla para que la disfruten, al menos, por primavera.