TENGO UN HARÉN en La Alberca que para sí lo quisiera
el pachá Selim.
Comparto mi dormitorio con más de una docena de bellas mujeres.
Duermo justo debajo de la Venus de Urbino, flanqueada por Giovanna Tornabuoni y
por la Dama con Unicornio.
Algo más alejada y un poco ausente, una joven del Quattrocento
que conocí en Lisboa. Es una joven -amiga
de Ghirlandaio- de una serena belleza que propicia el sueño y me hace soñar con
los angelitos.
A los pies de mi cama, Tosca, Lucía, Violeta,
Carmen, Susana, Norma, Gilda, Turandot, Manon, Batterflay… me despiertan por
las mañanas al son de sus arias. Ya les digo, todo un serrallo.
Hablando de serrallos y de Selim, les recuerdo que
Mozart escribió una ópera bellísima que llamó “El rapto en el serrallo” y que les
animo a oír. Para que vean que no soy tan presumido como dicen algunos
envidiosos, les confesaré que solo tengo una versión de este singspiel: la dirigida por karl Böhm en
1974 para DG. No es la que recomiendan los críticos pero a mí me gusta.
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