¡Ay, quién me devolverá los bellos días
de aquellos tiempos felices!
SCHUBERT D. 226 (GOETHE)
de aquellos tiempos felices!
SCHUBERT D. 226 (GOETHE)
A Antonio López
Alascio
Doble A es
el nombre de una tienda de discos situada en el centro de Murcia especializada en música clásica y jazz. Es uno de esos locales entrañables que han de
competir con los grandes almacenes y lo hacen de la única manera posible, con
el talento de su dueño.
Recuerdo una mañana en El Corte Inglés a una pareja tratando
de localizar un disco. Se les acercó la dependienta y les preguntó qué buscaban.
Dijeron que Des Knaben Wunderhorn y la
respuesta de la joven fue inmediata: busquen
en la “de”. Para ella eso tan raro que le habían pedido ni era un ciclo de
lieder, ni Mahler tenía nada que ver con semejante título. Esas cosas no te
podían ocurrir en Doble A. Antonio,
su propietario, es una enciclopedia
musical con un gusto exquisito para todo lo relacionado con el arte.
La mala noticia es que Antonio ha decidido cerrar ya
para siempre nuestro santuario discográfico. Un santuario que más que una
tienda era una rebotica donde unos cuantos amigos nos reuníamos a charlar de
música, a discutir de fútbol y sobre todo a pasar unos ratos deliciosos con el fino
humor de Antonio. Allí disfrutaba de la compañía de mi hermano Miguel, Bernardo,
Ángel Paniagua, Manolo Díaz, Rafa P. Mengual, José María L. Alascio, los
hermanos Carlos y José Mariano G. Vidal, Juan Soro, Pepe el fotógrafo, Jorge
Novella, Eduardo Melendreras, Fernando P.Cárceles …
Cuando desaparecen esos lugares que formaron parte
de nuestra historia más feliz sentimos que nos alteran nuestra geografía
sentimental. Son cines, bares o tiendas
donde hemos vivido momentos que han quedado para siempre en nuestra memoria
porque en ellos hemos sido completamente felices. El cierre del cine Coy o el del Cinema
Iniesta. La desaparición del café Santos o de la Pista Municipal de baloncesto
fueron golpes de los que aún no me he repuesto. Me temo que de este cierre no
me recuperaré por muchos años que viva.
Allí compré mi primer CD: el Requiem de Mozart de Bernstein.
Mi amigo Mariano ha salvado del naufragio el rótulo que presidía la
fachada de la tienda y lo ha colgado en mi casa de La Alberca. Allí, debajo del
cartel, pienso reunir a esos amigos melófagos como si de una Schubertiada se tratase. Recordaremos los
buenos ratos pasados en ese santuario y de paso le hincaremos el diente a una
opípara comida que serviré como merecido homenaje a nuestro amigo Antonio.
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Los que tenemos ya unos años, inevitablemente hemos sufrido la desaparición de librerías, cafeterías, tiendas de ropa, bares, restaurantes, colegios donde estudiamos y un sinfín de lugares con un encanto especial, que lamentablemente no son sustituidos por nada parecido. Llegué a tiempo de disfrutar del buen saber y hacer de Antonio. ¡Como me consiguió la Traviata de Domingo, Stratas y Zeffirelli en VHS cuando estaba descatalogada y la necesitaba con vehemencia! Me cabe la satisfacción de haber colaborado (a pesar de los incrédulos) en el traslado del cartel. Espero estar en la comida homenaje. Un abrazo.
ResponderEliminarEs ley de vida, pero apuntas lo más grave del asunto: "...no son sustituidos por nada parecido". ¡Bien por ese cartel!
EliminarTe entiendo, Presi, y te acompaño en el dolor que conlleva la desaparición de lugares emblemáticos de nuestra historia sentimental y cultural.
ResponderEliminarDices, y dices bien, que estos lugares son posibles gracias a la entrega y pasión de sus dueños. Qué pocos libreros auténticos quedan ya, qué pocos "Antonios"... Cuando cierra un sitio de estos, la ciudad pierde prestancia, complicidad en la compra, amparo y orientación apasionada.
En fin, que al menos puedas seguir disfrutando de Antonio al margen de la tienda, en esa comida y fuera de ella.
Un abrazo.
Suscribo y tomo numero para el ágape. Un abrazo, jefe.
ResponderEliminarQué bien lo cuentas, se nota que lo viviste con pasión...
ResponderEliminarYo fui poco a esa tienda pero la recuerdo muy ordenada y coqueta. Recuerdo ir a "Ritmo" que todavía aún decadente sobrevive en esa calle de la Sociedad (bonito nombre)
¿Te acuerdas de "La Alegría de la Huerta" nuestros murcianos grandes almacenes, con aquella primera escalera mecánica, antes incluso que llegaran los de esos almacenes de "corte verde", allí también había un buen mostrador de discos...
En fin que disfrutéis de esa gran comilona y de buena música que seguro que la habrá..
Besicos amigo
Gratos, muy gratos momentos recuerdas hoy Thornton para darles permanencia en esta entrada. En ese “lugar” que hoy conmemoras, goteado de instantes , fuimos de sobra recompensados los que en él nos encontrábamos de vez en cuando como si allí el tiempo no transcurriera. Celebrarlos y recordarlos hoy , y en este momento contigo, lo es todo; me llenan hasta rebasar tus palabras y lo que ellas traen.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Desaparecen estos lugares tan simbólicos para el encuentro... Eso es malo, no hay muchas alterativas. Este lugar va siendo una de ellas, pero nos falta tocarnos, darnos la mano y mirarnos a la cara cuando hablamos.
ResponderEliminarUn saludo
Thornton, cuando alguien, con tono displicente y sapiente nos dice: "¡son cosas de la vida...!", no tengo más remedio que pensar que nunca la ha vivido.
ResponderEliminarMomentos y hechos como los que narras nunca debían suceder. La morriña es mala consejera y nos transforma en extraños ante las pequeñas miserias impersonales de la actualidad.
Un fuerte abrazo, Manri.
P.D.: Lo siento, Manri, en el campo el aparatico se vuelve un poco loco.
Triste y preciosa entrada.
ResponderEliminarTe acompaño en el sentimiento.
Te sigo siguiendo, ¿eh?
Abrazo grande.
Te sigo añorando.
EliminarUn abrazo "chillao", que decimos por aquí.
Al hilo de tu anécdota en El Corte Inglés recuerdo otra similar, pero más grave aún si cabe, porque quien preguntaba lo hacía por 'una obra de Mozart' que se llamaba 'La flauta Mágica' y porque la dependienta empezó a pasar la mano -en la parte dedicada a Mozart de aquel expositor escalonado- por varias cajas de cds en las que podía leerse claramente 'Die Zauberflöte', para acto seguido decir: "No, pues esa no la tenemos ahora mismo..."
ResponderEliminarEn cuanto a Doble A y Antonio, terminó cumpliéndose lo que me anunciaste, mira que lo siento, como sentí enormemente tener que dejar de frecuentar ese sitio donde tantos buenos ratos pasamos y tanto y tanto reímos y aprendimos, y (sobre todo) donde el de cincuenta y muchos hablaba con el de veintipocos como con un igual y viceversa, de aquella puerta para dentro no contaba la edad, contaban el amor común por la música, y el buen gusto, y lo que menos importaba eran los más o menos conocimientos (y/o pequeñas manías) de cada cual... Grande Antonio, por si llegas a leer esto te dejo aquí con el grato recuerdo mi saludo y un abrazo fuerte, y en cualquier caso espero que Manrico te los transmita de mi parte...
Dede luego es una pena...pero llegó el toque de corneta....un abrazo Manri...y espero ese cafecillo en tu casa...la cual no conozco....
ResponderEliminarHay sitios que es muy triste perder, y éste que comentas no me cabe la menor duda que lo sentirás. Lo peor no es que se cierren ciertos lugares, porque se "podrían" recuperar, lo peor son estos hombres o mujeres que están al frente de ellos, esos sabios desconocidos que no han necesitado de las nuevas tecnologías para encontrarnos esa pieza de música o ese libro que no creíamos poder encontrar.Disfrutad de ese Antonio y no lo dejéis perder.
ResponderEliminarBuena suerte y saludos
++++++++++++++++++++++++ = http://etarrago.blogspot.com.es/2011/09/aplausos-en-internet.html
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Esa doble A bien podría encuadrarse en "Amor y Amistad". Amor por la música, por los discos, por la escucha. Amistad por el disfrute, por el compartir, por el descubrimiento de una excelsa melodía. Bueno es ver ese rótulo rescatado y expuesto en un lugar de honor. Me ha complacido verlo. Mis saludos a Antonio, que sin conocerlo ha trasnportado esa doble A, hasta muchas almas. Un abrazo.
ResponderEliminarRecuerdo cuando iba a una antigua librería de segunda mano, en busca de cómics que me faltaban. Qué placer rebuscar en las tongas de colorines, cajas de cartón, estanterías rebosantes.
ResponderEliminarY el dueño, ensimismado, en su rincón, borrando precios, escribiendo nuevos.
Hace como treinta años que la cerraron y cada vez que paso por allí la recuerdo.
Besos, estimado Profe.
Hubiera sido un buen sitio para encontrarnos. He de decir que en Barcelona no había nada igual. Lo único que quedaba era discos Castelló Clàssica que hace meses fue absorbida por la tienda principal unos pocos números más allá en la misma calle, pero los dependientes eran poco más que esos de El Corte Inglés de quienes habláis. Discos Pelayo tuvo una buena sección de clásica durante algún tiempo, pero el local era húmedo y poco ventilado y el encargado, un pelirrojo con pinta de enterrador que no animaba al intercambio dialéctico, además de ser un completo ignorante. Hoy en su lugar hay una tienda de ropa interior y no me extrañaría nada que ese mismo tipo continuara dentro de su cueva vendiendo bragas con la misma displicencia.
ResponderEliminarNo explicas las razones del cierre, pero no hace falta.
Un abrazo grande, maestro:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=MoSIFxWRIs4&ob=av3n