La envidia va tan flaca y amarilla,
porque muerde y no come.
Quevedo
Los que sucumbimos con frecuencia ante los pecados capitales, en cierto modo hacemos ostentación de nuestras debilidades. Alardeamos que somos algo lujuriosos, algo perezosos e incluso llegamos a admitir que somos un poco soberbios. Pero a nadie le oímos confesar que sea un envidioso.
porque muerde y no come.
Quevedo
Los que sucumbimos con frecuencia ante los pecados capitales, en cierto modo hacemos ostentación de nuestras debilidades. Alardeamos que somos algo lujuriosos, algo perezosos e incluso llegamos a admitir que somos un poco soberbios. Pero a nadie le oímos confesar que sea un envidioso.
Los envidiosos ocultan su pecado, se esconden. Nadie acepta que lo tilden de envidioso.
La envidia es una pasión miserable y vergonzosa. Un sentimiento autodestructivo que devora las entrañas del envidioso y le hace que “goce de ajenos daños con más placer que de la dicha mía”.
El envidioso es proclive a la calumnia (“La calumnia è un venticello”) y a la maledicencia. Es un mal bicho al que Dante situó en el purgatorio con los ojos cosidos: “que un alambre sus párpados perfora y cose”. No sé Vds. pero yo siempre he reconocido a los envidiosos por su mirada. Miran de soslayo.
La envidia del amigo es la peor de todas, esa nos destroza el corazón. No la comprendemos. En una ocasión me mordió esa envidia, la envidia de un compañero.
A mi instituto llegó un profesor de dibujo que era un afamado pintor. Se le ocurrió la feliz idea de pintar un óleo de gran tamaño sobre una tertulia que teníamos a diario en la sala de profesores. Lo tituló: “La Tertulia de Manrique”, y ahí aparecíamos en animada charleta cinco compañeros.
Lo colocaron en el Salón de Actos y al cabo de unos meses de estar expuesto -y nunca mejor dicho- apareció el cuadro rasgado, tal y como se ve en la fotografía. Siempre me pareció que el tarado destazador era un envidioso, un pobre desgraciado digno de compasión.
Algunos años después leí una entrevista que le hacían a un afamado cocinero. Le preguntaba el periodista qué no se comería nunca: A un envidioso, fue su respuesta. Me acordé del cuadro y del pobre desgraciado.
Yo tampoco me comería nunca a un envidioso, porque dicen que de lo que se come se cría. Pero, en el pecado llevan la penitencia: no conozco a ningún envidioso feliz, siempre están sufriendo por la felicidad de cualquiera.
ResponderEliminarTienes razón, es muy difícil que el envidioso reconozca que lo es.
ResponderEliminarTienes suerte por reconocerlos, a mi suelen engañarme y cuando me doy cuenta, ya me han hecho alguna jugarreta.
De todas formas, a mi me dan lástima, esta gente no disfruta de la vida y viven amargados, sin disfrutar de lo que tienen.
Bicos
La envidia nunca se mira al espejo.
ResponderEliminar-Yo lo reconozco, soy envidioso, claro esta, si aceptáis que la envidia sana existe.
ResponderEliminarYo me hubiera ido corriendo a mi casa a pintar un cuadro parecido.
Como soy envidioso y sano, me encantaría que me comieran, pero no un cocinero, una cocinera, de arriba abajo. ¡Vale!
Un saludo, vertiginosos thorntoncianos.
La envidia nunca es sana, pero una no siempre tiene en su mesa a quien invita. Lo importante es tener también otro amigos - amigo admiración, amigo amor, amiga empatía. Ya verá la envidia que una no piensa tenerla sentada en la mesa para siempre.
ResponderEliminarLa envidia es, eso, envidia.Ni me la comería ni la sentaría a mi mesa, pero a veces se invita sola( afortunadamente muy pocas).A mí me gustan mis amigos, quiero a mis amigos y cuido a mis amigos y si algun@ no lo hace conmigo alguna vez, siempre pienso que será a la siguiente.
ResponderEliminarCreo también que a las personas envidiosas se las ve venir y pocas veces resulta agradable su compañía.
Bien, entre tu entrada y mis tertulias del fin de semana y la película El concierto creo que tengo mucho que rascar para ser lunes.
Que tengáis buena semana.
Ni Freud hubiera escogido mejor para fotografiar la envidia y el rencor que en el fondo esconde, esa imagen de Salieri que tu Thornton has colgado hoy…Un acierto más Sr. Presidente.
ResponderEliminarPero yo esta mañana no había venido al Club para esto, aunque haya sido otro regalo encontrármelo, si no para comentarte Thornton esa novela que me recomendaste el otro día.
Te comento.
He terminado de leer la novela de Villar Blanco que se titula “Asoma tu adiós”. Podría decir de forma breve, brevísima, que es magnifica; o que es hermosa, o cualquier otro adjetivo que haya aprendido de los que se suelen emplear tópicamente en la crítica positiva literaria. Pero me desbordo cuando algo me gusta, y esta novela me ha gustado, y mucho. La he encontrado lograda .Autentica. La he disfrutado casi "de una tacada" en este fin de semana.
El mero hecho de que este publicada en la editorial Pretextos para mí ya constituía antes de leerla, un dato positivo, una credencial. Creo todavía en el “nombre” de las editoriales; de los Editores, con mayúscula, que buscan la excelencia y se arriesgan y adelantan a su tiempo en pos de ella. Disfruto con un libro entre las manos si esta cuidada de edición. Pretextos, pienso, se mueve en ese ámbito de la edición cada vez más escaso. Y en este caso concreto tampoco defrauda… ¡esa bellísima portada con una de las mágicas pinturas de Zobel ya es un gozo estético y un adelanto del mundo difícilmente decible que se va a narrar por Villar Blanco !..veladuras, excoriaciones y relieves que ponen de manifiesto esa mórbida calidad que suele tener el recuerdo, cuando uno se hace interprete de su vida.
El relámpago que se enciende en al primera pagina de la novela con ese hermosísimo recuerdo de Lau a través de la orografía de su cuerpo, de ese cuerpo “que contenía demasiada gente”, no se apaga ni decrece en todo el texto, recorrido por un pálpito de vida atrapado exclusivamente por el ritmo de las palabras y la interesante y atractiva técnica literaria que ha utilizado Villar Blanco en este relato.
Gracias Thornton por descubrírmelo, porque como dice Cel (¡ que gran personaje este !) “ha sido una suerte poder leerlo” y en algún sentido “vivirlo”, que también pensaría Cel.
Un fuerte abrazo.
Lo de la envidia sana siempre me pareció una tontería. ¿Hay una mala bondad?
ResponderEliminarSuena mal que lo diga uno de uno mismo, pero la envidia es, probablemente, el único de los pecados capitales que no he ejercido. Creo.
Chiste malo: Soy tan pecador que además de los pecados capitales también me pirro por los pecados de provincias. En fin.
Gracias, Nicolás, por tu crítica. Te agradezco que hayas leído mi novelita. Y te agradezco muchísimo que hayas hecho público lo que te ha parecido.
Intenté hacerte llegar mi agradecimiento por vía privada, pero no encontré forma de hacerlo.
Gracias.
Tenéis razón. Cambio. Para que poner la palabra envidia aunque se le añada (sana), pudiendo decir simplemente "ADMIRACIÓN".
ResponderEliminarMªJesús, buena observación. No nos interesa criar ese pecado que no te da placer ninguno.
ResponderEliminarPobreticos.
Un beso.
Dilaida, no te creas que los reconozco tan fácilmente, algunos se me escapan y me ocurre lo que a ti. Son dignos de lástima.
ResponderEliminarBesicos.
Seamos sinceros. Tenerte envidia a ti es muy fácil. Eres un hombre colmado de talentos.
ResponderEliminarAbrazo inmenso.
Querido profesor jubilado,extraordinaria lección nos traes hoy. ¿Envidia..? Yo creo no ser envidiosa...La única que puedo tener es "esa malsana"a los que tienen mucho tiempo..
ResponderEliminarMe faltan unas poquitas páginas para terminar "Asoma tu adiós" es, como decías: sí la empiezas no la puedes dejar...lo que sí he dejado aparcados son otras que llevo a medio.
"Sin alertas,porque nunca acabaría por formarse,nunca fenecería este universo que éramos Lau y yo"...BLANCO, escribe como a mi me gusta, y tu recomendación no ha caído en el vacío.
Besicos,amigo.
P.D.Lo mismo entro otra vez(seguro) para volver hablar sobre la "envidia padecida".
Esgarracolchas, bienvenido. Has resumido mi entrada en una sola frase. Mejor imposible.
ResponderEliminarUn saludo.
Jesús, sabía que te referías a sentir admiración. Me parece que tienes muy buen gusto para comer o mejor aún, para que te coman.
ResponderEliminarUn saludo.
Mis largos pies, no es mala táctica esa. Se ve que ya te ha rondado algún envidioso que otro.
ResponderEliminarUn saludo.
Decía Cervantes que todos los vicios traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgusto, rencores y rabias.
ResponderEliminarPara daros un poco de envidia os diré que hoy he comprado “Asoma tu adiós” y me lo leeré este fin de semana en La Manga navegando en el Avanti.
Un abrazo, Miguel.
Creo que la mayoría de nosotros hemos sucumbido en mayor o menor medida a todos los pecados capitales. Y, como tú tan magníficamente expones en tu entrada, es la envidia la única de las debilidades que jamás reconoceríamos ni a nosotros mismos. Pero creo que reconocer esos terribles momentos en los que sentimos aversión por el éxito ajeno es un primer paso para superar este destructor mal. Tal vez, la diferencia entre unos y otros no sea el sentir o no la envidia en alguna ocasión, sino en reconocerla y saber expulsarla de nuestras vidas.
ResponderEliminarA mí, como a cualquier mortal, a veces me asalta este negro fantasma, pero estoy en la lucha y creo que caerá pronto. A medida que maduramos y aceptamos nuestra levedad, los pecados capitales se alejan.
Una entrada muy interesante y bien escrita.
A partir de ahora vendré un poco menos a visitarte, pero vendré, ya lo verás.
Un abrazo y hasta pronto.
Marta, Martica, déjate tanta juerga de fin de semana que te van a llover los envidiosos.
ResponderEliminarQué tal con tus adultos, estarás deseando acabar el curso. Supongo.
Un beso.
Nicolás, recuerda que soy psicólogo de carrera. Freud no tiene secretos para mí.
ResponderEliminarCuánto sufrió ese pobre Salieri, en lugar de disfrutar por ser contemporáneo de Mozart y gozar de su amistad.
Me alegra que te haya gustado la novela de Blanco, ya lo esperaba pero me agrada confirmarlo.
Además lo has explicado de una forma impecable, se nota que te ha atrapado. Blanco es mucho Blanco.
Un abrazo, maestro.
Blanco, Jesús ha rectificado muy sabiamente, ese sentimiento es de admiración.
ResponderEliminarEl chiste no es tan malo, depende de la gracia que tengas para contarlo.
Un abrazo sin envidias -no sé si podré-.
Pepe Pereza, admiro tu sentido del humor.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D. ¿Qué hay de lo mío?
El tema da para mucho. Creo que todos en un momento dado podemos haber sentido envidia, todos podemos ser vulnerables a ese pecado, creo que podríamos,como ya se ha hecho con los comentarios anteriores, diferenciar entre los tipos de envidia; aquella que te lleva a alegrarte de la suerte o bienestar que acompaña a alguien a quien quieres o respetas y otra en la que ésta se convierte en un pequeño monstruo que crece dentro de uno y consigue no dejarte vivir. Claro, es difícil dominar al monstruo y creo que es ahí dónde realmente la persona se descubre, es ahí cuando se da a conocer.El envidioso tiene la mirada fea, hay cosas que no se pueden esconder. Creo que tenía algo guardado sobre la envidia, alguna reflexión poética. Si os apetece os lo dejo por aquí. EXCELENTE entrada.
ResponderEliminarUn saludo.
Cabopá, eso no es ser envidiosa, es ser envidiosica, que no es lo mismo.
ResponderEliminarMe alegra que tú también estés disfrutando la novela de Blanco -me da corte llamarle Roberto- "Temeroso de delatar su afecto" "Para mí, papá tiene dos dorsos de mano en cada mano"...
Besicos.
Farallón, es un libro para subrayar, prepara el lápiz y también un sacapuntas, que te hará falta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo mío, estoy esperando que me envíes una dirección para enviarte la peli.
ResponderEliminarMi email: perezazzz@hotmail.com
Mercedes, yo creo que el envidioso exagerado, el que calumnia, el que se alegra más de las desgracias ajenas que de sus propias alegrías. El que es capaz de rasgar un cuadro de unos compañeros, ese envidioso creo que no tiene remedio. No es dueño ya de esos impulsos.
ResponderEliminarHas dejado un punto de vista muy interesante.
Un abrazo y que te vaya bien con tu nuevo libro.
Thornton. Desde que publicaste la entrada anterior, mi ego no hace más que alimentarse de delicatessen. Gracias a ti y a todos los generosos lectores y comentaristas.
ResponderEliminar(te envié un mail al correo que figura en tu perfil, pero no me consta que lo hayas recibido)
Mamen, cómo que si nos parece bien, ya estás contándonos esas reflexiones poéticas.
ResponderEliminarLa diferencia que haces me parece acertada, y yo me refiero a ese pequeño monstruo que tú indicas.
Hemos coincidido con lo de la mirada, creo que es lo que los delata.
Un abrazo.
Será que cuando digo que Blanco me da envidia quiero decir que lo admiro, que me hubiese gustado vivir un día en su piel, vivir como un escritor.
ResponderEliminarSerá que cuando una amiga me enseña las fotos de su último viaje a Japón, y le digo "¡Qué envidia me das!", quiero decir "Ya me gustaría poder coger un vuelo y plantarme allí".
Será que cuando mi madre cocina un cocido delicioso y la miro de soslayo en realidad pienso "La mano que mece la cazuela es la mano que domina el mundo".
Será que veo tantas cosas buenas a mi alrededor que me vuelvo una "envidiosa compulsiva", y sí, es una envidia sana, porque jamás me atrevería a romper las fotos de mi amiga, dejar de comer los platos de mi madre o de leer los libros de Blanco.
Un saludo.
Como siempre,Thorton, magnífico en tus entradas: un toque justo de erudicción, un poquito de controversia. Tienes el don de mover masas. Sin duda serías un espléndido tertuliano.
ResponderEliminarPero discrepo en una cosa, las miradas de soslayo no sólo hablan de envidia sino de desprecio. Y con ese indicador únicamente descubrirías la envidia en personas muy jóvenes o poco cultivadas.
La envidia es un mal que con frecuencia se disfraza de admiración, y el único modo de detectarla (y en cierta medida prevenirla) es devolviendo los cumplidos de los que nos admiran.
Sólo tenéis que observar la respuesta de alguien que positivamente sepáis que no es envidioso y contrastarla con la de esos enfermos.
Un abrazo.
Pepe, debí copiar mal tu dirección, escribí Gmail y veo que es hotmail.
ResponderEliminarAbuso de ti pero ya te compensaré de alguna manera.
Un abrazo.
Blanco, tu correo fue clasificado como "no deseado". Qué sabran estos ordenadores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdos, no se si la envidia también se podrá medir o pesar. Si es así, lo que tú sientes es sólo mitad de cuarto de envidia, o si quieres envidia sana, o también admiración. Nada que ver con los de los párpados cosidos con alambres.
ResponderEliminarLo has contado de maravilla.
Besicos.
Federico, eres muy amable. Agradezco el cumplido pero los tertulianos no me gustan.
ResponderEliminarSigo en mis trece, esas miradas los delatan.
El halago desmesurado sólo agrada a los fatuos y el envidioso considera a su víctima persona inteligente. Poca gente envidia a un tonto.
Un abrazo.
P.D. ¿Estás estudiando las aperturas?
Una pena lo de ese cuadro. La envidia intentando pisotear la amistad de ese grupo. No me preocupan los envidiosos mientras no hagan daño, suficiente tienen con tener el corazón carcomido.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo maestro.
Yo siento envidia de ti, Thornton, envidia de tus entradas y de este gran club. Es una envidia muy grande, pero sana, o como dicen los amigos del club: Admiración.
ResponderEliminarAbrazos envidiosos.
Fumador
Me habéis dado tanta envidia que ya me he encargado el libro de BLANCO, ah! espero que me guste tanto como a vosotros porque si no es asi...
ResponderEliminarPor cierto THORNTON, señor profe, no sabía que eras psicólogo pero bueno ya sabes...
Y no te cuento cómo preparo mi fin de curso porque eso si te daría "enveja".
De todas formas es un placer teneros como compañerosen este blog.
Un petonet
Personalmente me cuido bastante de no provocar envidia, pues no será la primera vez que he sido víctima de alguna mente retorcidamente envidiosa. Espero que el cuadro lo pudieras arreglar, pero hay otras cosas que no tienen arreglo. Entiendo que a veces el límite entre la envidia y la admiración no está tan claro, pero en todo caso puede tratarse de una envidia que no busca resarcimiento, supongo que por eso se dice "sana", por distinguirla de aquella enfermiza y destructora.
ResponderEliminarEn definitiva, Presi, un post muy bien llevado que además tiene mucha chicha.
Un abrazo.
Carlos, ya he visto que tenemos la escuela abierta. El Pobrecito se me ha colado, se cree que va a sacar más nota que yo, pobrecito.
ResponderEliminarMe ha gustado lo de "la envidia intentando pisotear la amistad". Podría ser el título del cuadro. Qué fácil lo haces.
Un abrazo.
Fumador, no me digas eso que enseguida me creo un escritor de éxito y lo estropeo. Y entre tú y yo el único escritor eres tú.
ResponderEliminarUn abrazo.
Marta, Martica, el placer es de todos nosotros. Te recuerdo que estuviste unas semanas desaparecida y te llamamos por el tablón de anuncios.
ResponderEliminarBesos.
Isa@Hz, me parece acertado el procurar no despertar envidias, es lo más inteligente. Aunque a veces, ya sabes, te cogen a traición.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D.
Sigo peleándome con el cohete de Manriquico. Qué dificil es tu trabajo, profe.
Bertrand Russell disecciona la envidia en "la conquista de la felicidad" y la emparenta con la modestia. Afirma que un modesto es un envidioso disfrazado (no textualmente). Realmente, si consideramos que no tenemos nada que envidiar al vecino, nos desprendemos además de la modestia,porque una persona modesta considera necesariamente que su prójimo vale más que él. La modestia que no es más que una pose inútil que sirve para que,precisamente,los envidiosos, no se incomoden. Abajo la modestia, si todos nos consideramos el pavo real de más bella cola, en ningún momento nos sentiremos amenazados ni sentiremos envidia.Un saludo a todos
ResponderEliminarJavi, eres muy joven para saber tanto. Me ha gustado eso de "abajo la modestia", es un punto de vista distinto y muy interesante.
ResponderEliminarEste comentario que has escrito, al igual que tu carpeta, es de pinchería.
Un abrazo.
P.D. Javi, tengo entre mis manos "Llenos de vida". Será mi siguiente lectura. Gracias.
ResponderEliminarOtro abrazo.
No lo digo yo, lo dice el bueno de Russell. LLenos de vida lo leí poniéndole la cara de Cary Grant al narrador y la de Anthony Quinn de viejo al padre. Son pequeñas novelas que dejan muy buen sabor de boca, esa y Al oeste de Roma me arrancaron carcajadas en el autobús.
ResponderEliminarun abrazo
-¡Qué buena está esa tía!
ResponderEliminar-Sí, pero es tonta
¡Ay la envidia, la envidia! Si no la hubiésemos sentido, es obvio que no podríamos hablar de ella porque no la conoceríamos. Sin embargo, todos la conocemos, hasta los niños pequeños. Yo lo que creo es que aprendemos a racionalizar ese sentimiento, a entender que no nos hace más felices y si perseveramos, un buen día nos damos cuenta de que ya no la necesitamos, simplemente no deseamos lo que tiene el otro.
Antes me cabreaba cuando veía acciones que me parecían injustas, ¿envidia? Seguro que también. Ahora simplemente lo acepto, no me gusta pero lo acepto, eso sí no puedo evitar pensar ¡qué idiotas!.
Un saludo profesor
Por cierto, el acto del cuadro es un acto miserable.
ResponderEliminar¡Puag! Sé bien de lo que hablas, querido Thornton. Lo peor es cuando son inteligentes, entonces saben esconder su envidia muy bien. A veces ya es tarde para sus víctimas.
ResponderEliminarBesitos, chiquillo.
La envidia hiere al envidioso y al envidiado, porque es una señora arisca que no soporta la alegría ni celebra el talento ni los dones de los otros.
ResponderEliminarSape, Satanás.
Besos a todos y a mi querido Presi en especial.
La mirada no engaña...
ResponderEliminarEllos lo saben y saben disfrazarla.
Qué bello el cuadro y qué pena...
¿cómo se puede hacer algo así?
Un beso, Thorton!
Ms. Frutos, siempre aportas comentarios muy ricos y éste está amillonado.
ResponderEliminarEn algún sitio leí que siendo niña - no sé quien era- iba con su madre de la mano por la calle. Llevaba un juguete y se cruzó con otra niña que llevaba el mismo juguete pero de más calidad. "A que mi juguete es más bonito". No, le dijo su madre, "el de esa niña es más bonito que el tuyo. Pero eso no te tiene que importar". Contaba que con esa respuesta, su madre, le dió una buena lección y le ayudó a no ser envidiosa.
Creo que tu comentario va por ahí. La envidia hay que detectarla a tiempo y desterrarla.
Un abrazo, famosa directora de teatro.
Virgi, es cierto, un envidioso inteligente es doblemente peligroso. La maledicencia y la calumnia son sus ropajes. Cuídate de ellos.
ResponderEliminarBesicos.
Isabel, en el mundo de la cultura la envidia es aún más peligrosa. Disfrazan su maldad con pensamientos sublimes.
ResponderEliminarMe temo que entre escritores la envidia es moneda corriente. He de reconsiderar seriamente si quiero ser un escritor de éxito.
Qué gusto verte, Isabelica.
Un beso.
Thornton, no creas que tu blog tiene mérito alguno. No hablas nada más que de lugares comunes. Ya le digo a todo el mundo que no merece la pena participar en él. Algo harías para que un buen compañero (o compañera, como se dice ahora) hiciera lo que hizo en el cuadro de tu tertulia.
ResponderEliminarEsto no es envidia. Ni se os ocurra que os escupo a todos.
Lena, qué pena, si. Sobre todo por la cercanía del envidioso.
ResponderEliminarNo sé si viste el vídeo de mi entrada "Repaso".
Un beso.
Blanco, mi envidia hacia tí como creador es ya irreconducible. Leeré tu novela y,como me gustará, no haré de ella comentario alguno.
ResponderEliminarYa me jodió que recomendaras SMOKE y que esto no se me ocurriera a mí antes.
Serrano, no disimules. A ti Dante no te cosería los ojos.
ResponderEliminarPor cierto, qué bien has fingido, ya me haces dudar. Ahora que me acuerdo...
Un abrazo.
He vuelto. (Siempre vuelvo).
ResponderEliminarHe vuelto a mirar el cuadro y la foto. Y me han gustado muchas cosas, de ambos.
Del cuadro: ese Quijote al fondo que, de alguna forma, define al grupo; esa profe de la derecha, protegiéndose del pintor, con ese cruce de pierna;ese profe de gafas, seguro de sí, que debe ser Manrique;el Velázquez... ese profe, a la izquierda, también seguro en cierta medida, seguramente de letras o filosofía, con un nosequé tímido; y, al lado del pintor, protegido por la mesa, sonriente y "dejándose estar".
Y, en la foto, casi en el mismo lugar (aunque sin chica), el mismo hombre seguro, que no cruza las piernas, de gafas ¿sigue siendo Manrique?
No. No hay que arreglar el cuadro. Creo que está bien que nos recuerde que hay personas así. Y no pierde, con ese siete. Le da solera.
No es Velázquez (creí que era una broma del pintor, autorretratándose) es un escritor
ResponderEliminar¿tertulia literaria?
Menos mal que un hombre del campo, aunque parece que entiende y sabe de letras, plantea el enigma del cuadro de Thornton del otro lado. ¿Qué no le harian a ese compañero/a para que llegará a ese extremo? ¿cuanto no sufriría y, quizá, seguira sufriendo ahora, al ver su acción recordada publicamente sin poder explicarla?...Como hipótesis de "comentario alternativo" a la del Sr. Presidente, que diría este en su también calidad de profesor de psicología, no esta mal ¿verdad? Sólo como hipotesis de trabajo, y teniendo en cuenta que "se dice" que la gente del campo es desconfiada.
ResponderEliminarOtra hipotesis de comentario "alternativo" y a los sólos efectos de ampliar el espectro conversacional( perdone profesor, pero es que intento ponerme tecnico ) , y que ha sido igualmente "sugerida" por El Serrano.
ResponderEliminar"La invidia de un amigo...el destrozador...un envidioso...me mordió la envidia de un compañero...un pobre desgraciado..."
Es que en ese instituto no trabajan mujeres?
Mª Jesús, el cuadro se arregló como se pudo pero, efectivamente, debimos dejarle el siete, como en el Congreso con los disparos del 23-F.
ResponderEliminarEn el cuadro, el personaje es efectivamente un escritor, Miguel de Cervantes, que es como se llama el instituto.
Yo estoy a su izquierda, sin gafas, sonriendo y con brazos de campeón de tenis.
Hay un detalle que has pasado por alto. En la pared cuelga un retrato de otra profesora,es Pilar, mi chica.
La alineación de la fotografía de izquierda a derecha es : Serrano, Mariano, Martón, Manrique, Nicolás y Farallón. Entre todos hemos marcado a la vida más de 360 goles.
Un beso.
Nicolás, mientras pensaban dónde ponían el cuadro, lo guardaron unos días en un almacén, junto a un retrato del Generalísimo Franco. Ésa sería la causa de tal desatino.
ResponderEliminarMientras nosotros recibíamos honores el pobre dictador permanecía en el suelo de un almacén, lleno de polvo y olvidado de todos.
Algún nostálgico se lo tomó a mal y el resto ya lo conoces.
Ahora que lo dices, en el cuadro está retratada
también mi chica, en pequeño, en segundo plano, en un cuadro que cuelga de la pared. Tal vez no ha digerido la diferencia de tamaños y...
Un abrazo, maestro.
Sí, sí, yo me considero envidiosa, y mucho. Envidio a mucha gente, gente como tú, y la que pasa por aquí, como mi buena amiga Clares(a la que tanto echo de menos, a ver si vuelve ya que nos tiene en un sin vivir).
ResponderEliminarYo es que no suelo envidiar posesiones materiales, pero la inteligencia y la capacidad de trabajo, es algo que me hace poner a veces esa mirada algo maliciosa.
Mea culpa.
El autor del navajazo al cuadro puso de manifiesto todo su rencor y miseria moral con su acción. ¿Cuántos años llevaría reconcomido por tu éxito con los compañeros y sobre todo con tus alumnos? ¡Que losa tan pesada e inmisericorde soporta este pobre ser a lo largo de su existencia!, pues como dices, ya no puede librarse de su pecado.
ResponderEliminarMi felicitación a todos los comentaristas por sus espléndidas intervenciones.
Saludos a todos.
Qué graciosa la anécdota del envidioso. Es verdad, qué triste. Yo creo que la gran lección es aprender a no envidiar, porque la envidia es, en el fondo, muy humana. Somos gregarios, nos comparamos los unos a los otros... de ahí a envidiar hay un paso. Recuerdo una entrada reciente que yo puse: cuando le preguntaron a Josep Pla qué era la felicidad él respondió: "No tener envidia". La clavó. Justo eso es la felicidad. Un abrazo y veo que has quitado mi foto... ayyyy, a veces los de nuestro gremio nos vemos obligados a ocultarnos para poder ser un poco libres!!!, tú me entiendes. Un abrazo.
ResponderEliminarThornton, encontré al final el poema que escribí hace tiempo y a colación de todo lo dicho en tu entrada añadí alguna reflexión y alguna imagen. Esto complico poder publicarlo como un comentario más, así que me tomé la libertad de hacerlo en mi propio blog. Lo publico ahora que de nuevo funciona mi conexión a internet, el mal tiempo se toma muy en serio su papel por mi tierra,Espero no les importe (no te importe) al resto de miembros/as del club.
ResponderEliminarUn abrazo
http://poesamsquenada.blogspot.com/2010/05/hablando-sobre-la-envidia.html
Bueno, Thornton, has tocado un tema sobre el que habría mucho que decir. El envidioso sufre más que nadie y a la vez es un miserable, puesto que la envidia es la tristeza por el bien ajeno. Citas a Quevedo y mi admirado conceptista, creo yo, no se libró de tal pasión, pues algo de eso tuvo que sentir por Góngora, del que se burlaba tanto (Quién quisiera ser culto en sólo un día...) cuando rescató del latín vocablos como joven, presiente... y a Lope (A ese Lopillo, lo pillo) también quizás lo envidió un poco, por su genialidad aliada al atractivo. Quevedo tenía complejos, era feo y con los pies tuertos, así es que era en extremo susceptible a las miradas que le parecían de burla ¿No habría ahí algo de resentimiento? No sé.
ResponderEliminarPara mí el mejor estudio literario de la envidia es la novela de Unamuno "Abel Sánchez", una de mis preferidas.
Pero, vamos, el que nunca haya experimentado esa pelusilla creo yo que no existe. En un momento u otro de la vida todos hemos tenido una pizca de envidia. Yo, sin ir más lejos, estoy ahbora mismo que rabio de envidia de ti, por ser "un escritor de éxito", comoi tú mismo afirmas, ya ves que soy sincera, y luego también le tengo envidia a Cabopá, que he visto la foto "Esperando a Cabopá" y que tantos amigos la esperen...pues que me da envidia, pá qué voy a negarlo jajajaja
PMM, que no, que no, que eso no es la envidia de los ojos cosidos, que no. Alguien que escribe de cosas serias con la gracia que tú las dices no puede ser nada malo.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D. Y la madrina Clares de retiro.
Es evidente que el único beneficiario de la envidia es el envidiado. Y resulta curioso constatar cómo algunos intelectuales (notorios) tratan de eliminar el sentido peyorativo que acompaña a ese abyecto vicio capital. Y así, el mismo Erasmo señala que “la envidia es inseparable de la felicidad”. Otro tanto le sucede a Esquilo, que proclama que “el hombre al que nadie envidia no es feliz”. Por su parte, John Gay reconoce que “la envidia es una especie de alabanza”...
ResponderEliminarNo lo puedo evitar, pero estos autores (optimistas recalcitrantes) me recuerdan a aquellos que dicen que hay que mirar las crisis es como una posible fuente de oportunidades.
Aunque me temo que los que viven con 300 euros de subsidio no entiendan demasiado de surtidores…
Salu2
Mariano, tu cariño te ciega.
ResponderEliminarJosé Hierro escribió que "a través del verso das en público lo que no quisiste dar en privado".
Aunque no sea en verso te digo en público que eres mi amigo del alma y que desde que te conozco soy mejor persona. Esto, como sabes, no soy capaz de decirlo en privado.
Un abrazo.
Ramon, tu punto de vista coincide con el de Ms.Frutos y lo veo interesantísimo.
ResponderEliminarNo conocía lo de Pla, pero ya lo he anotado en mi cuaderno, contigo siempre se aprende.
He quitado tu fotografía pensando que tú lo prefieres, si no es así, dímelo. Entiendo perfectamente las razones, he pasado por eso.
Un abrazo.
Mamen, me parece muy oportuno. Desde aquí invito a todos los miembros del club a leerte en tu blog. Yo ya lo he hecho.
ResponderEliminarEn pocas palabras te he dicho que ¡Viva la diferencia!
Besos.
Rosa, tengo mis dudas con Quevedo. La gente con la autoestima muy, muy alta, no suelen ser envidiosa. Creo que el cojo disfrutó más de la vida que Góngora. Pero todo esto me lo han contado. Lo pondré en cuarentena.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que dices de Abel Sánchez. Qué bien se palpa la envidia.
Tengo ese libro muy subrayado y he incorporado a mi lenguaje cotidiano algunas frases de él.
"Contra quién va ese elogio"
"Su demonio de la guardia"
Gracias por pasar por aquí y algún día quiero contarles a todos que tú sí eres una escritora de exito.
Un abrazo.
Bienvenido Thornton al club de los que muchas veces no sabemos decir las cosas en privado y luego nos dan un teclado y... allá vamos.
ResponderEliminarDije que volvería y aquí estoy...
ResponderEliminarQuien destrozó el cuadro no sólo era ENVIDIOSO,era y seguirá siendo una mala persona
Así lo pienso y así lo digo..Hay gente que practica la maldad porque no pueden vivir su vida,mejor dicho, no tienen vida y sólo se fijan,imitan, copian y envidian la de los demás
No son felices y no dejan que los demás lo sean...Se esconden, no te miran y aún más respiran a hurtadillas...Como decía ayer el envidioso/a, envidia y hace "padecer envidia"..
Querido profesor jubiliado en el cuadro estabas hecho un chaval...
Aprovecho para decirle a R.Cáceres que es mi amiga, que ella se lo pierde por vivir en Orihuela...pero Rosa todavía me están esperando. Un día de estos les doy una sorpresa....
Besicos Isabel, que sé que te asomas y Clares ya estamos impacientes de tanto silencio...Ya te vale...
Presidente Thornton,BESICOS
Tordon, mi primero, no estoy tan seguro de tu teoría. En labios de un envidioso, no hay reputación que resista. No debemos minimizar el daño que es capaz de hacer.
ResponderEliminarLos envidiosos que te encuentras en el mundo de la cultura son los peores, camuflan su malignidad con pensamientos sublimes.
Decir que a uno lo envidian es en cierto modo una forma de presumir. Parece que si no te envidian no eres importante.
Tocayo, un comentario interesante, como todos los tuyos.
Un abrazo.
Marta, Martica, eso me pasa con los amigos, a las amigas se lo digo a la cara. Una lacra, qué duda cabe.
ResponderEliminarUn beso.
Cabopá, me gusta que hayas centrado tu comentario en el cuadro rasgado y el tarado destazador. Creo que mi entrada lo poco que tiene de original es mi experiencia con ese mordisco que me arreo la envidia. Gracias por darte cuenta.
ResponderEliminarBesicos.
P.D. Te mando un correo.
P.D.II. Y Clares de retiro.
Aunque sepa que no es así, me gusta leerlo. Tu eres buena persona desde que te conozco; ¡Que digo!, desde siempre. Sabes que sin tu trato sería excesivamente serio y triste. Tu frase de "tomarse a broma uno mismo" me la repito con asiduidad. Si te he enseñado alguna cosilla es ínfima en comparación con lo recibido. Te dije en una ocasión que "lo nuestro es para siempre", a pesar de las mutuas dedicaciones a tus nietos y mis perros. Por si hay algún despistado; nos gustan mucho las mujeres y cuanto mas inteligentes mejor. Un abrazo.
ResponderEliminarP,D. Cabopá, espero tu comentario de "Asoma tu adiós". Ya sabes que no se trata de hacer una crítica literaria. Me interesa saber si te ha merecido la pena y que nos digas alguna frase que hayas subrayado.
ResponderEliminarMás besicos.
Mariano, ya sabes lo que escribió el poeta:
ResponderEliminar"Amigos. Nadie más. El resto es selva.
Un abrazo.
Nicolás, la gente del campo no es desconfiada. Es primitiva.!Mi buen Machado!.
ResponderEliminarEn una ocasión, una mujer del campo me dijo:"Fulanito es tan envidioso que le tiene envidia a sus propios hijos".
La memoria me falla y no sé si era el Angelillo de los Episodios de Galdós el que dice:" Soy feliz porque ni puedo ser menos ni quiero ser más" .
En esta frase que, aunque entrecomillada, puede no ser literal, se encierran muchas ausencias. Pero, desde luego, una de ellas es la envidia.
Thornton, Martón y Nicolás, es muy cierto que la envidia hace daño exclusivamente al envidioso. En mis propias carne lo padezco. Con vuestra jubilación me estáis destrozando.
ResponderEliminar!Me cague en to lo nacio".
Serrano, no tengas prisa, además, no te creas que la vida de jubilado es tan de envidiar. No tenemos ya vacaciones. Andamos un poco desorientados por la ausencia de horario, incluso a veces vamos sin reloj. Nos levantamos tarde y no disfrutamos nunca de un bello amanecer. Entre semana, sin prévio aviso, te secuestran y te llevan a pasar dos o tres días a la playa.
ResponderEliminarYa te digo, todo no son ventajas. Donde haya orden...
Ja! No me atreví a decir nada de la fotito de la derecha: pensé que era un cuadro de la Virgen. (No se lo digas a nadie y mira con ojos de ajeno).
ResponderEliminarMªJesús, el pintor la quiso colocar ahí, "vigilándome". Pero bien mirado parece, cuando menos, una Santa. Con lo mala que es.
ResponderEliminarUn beso.
Serrano, no tengas envidia por eso de la jubilación, pues además de todas las carencias y servidumbres que Thornton ha enumerado que la misma conlleva, hay otra no menos abrumadora…y es la de que en “cualquier momento”, incluso mientras otros imparten cultura y educan generaciones que más tarde le recordaran , el jubilado puede, o tiene que ir, a buscar pastillas que alivien su ansiedad en los lugares mas insospechados dada la desorientación en que se vive, y eso Serrano, sinceramente, da una cansera…
ResponderEliminarSerrano, suscribo todo lo que te han dicho mis compañeros de “situación jubilosa” Nicolás y Thornton, pero creo que, por temor a que te plantees si jubilarte o no, han omitido algo que para mi es fundamental y es que entras en una etapa donde no puedes programar tus actividades, en cada momento haces o deshaces lo que te da la real gana y eso para personas como nosotros, educados en la disciplina férrea de seguir una “programación inicial”, “programación curricular básica”, “programación de área”, “programación de aula” y no se cuantas programaciones mas, es algo terrible.
ResponderEliminarDe todas formas no te preocupes este último inconveniente también es superable.
Abrazos
Pepe Martón
¿Entonces los jubilados sois pobre gente? ¿Lo pasáis tan mal? ¿No debo teneros envidia?
ResponderEliminar¿Acaso sois tontos viejos o viejos tontos?
Nicolás, Serrano no entiende nuestro esfuerzo para que no sufra envidiándonos. Dejémoslo al pobre y que le cosan los ojos.
ResponderEliminarUn abrazo
Pepe, toda una vida programados. Ahora quieren saber qué hacen los enseñantes día a día y hora a hora, programación de aula le llaman. Es el primer alivio que sientes al jubilarte. ¡Desprogramación!
ResponderEliminarUn abrazo.
Serrano, ¿para qué te vamos a contar las ventajas? Bastante sufres ya por ser joven e inteligente o inteligente y joven.
ResponderEliminar¿Entonces,si me desprograman, quiere decir que puedo hacer aquello que me apetezca en cualquier momento y todo lo contrario?
ResponderEliminarPues si es así yo o quiero jubilarme y ya no os tengo envidia. Después de haberlo dado todo a la sociedad os dejan desprogramados. En realidad mi vida de trabajador no es tan mala: a las ocho en el trabajo, café a las 11,32, soy cortés con la rara, aguanto a la clientela, salgo del trabajo a las 2 en punto. Corro a tomar el autobús, comida a las tres, un poco de descanso. Vuelvo al trabajo, siempre queda algo. A las ocho descanso absoluto y a las diez en casa para estar dispuesto al día siguiente y al dia siguiente vuelta a empezar.
¿Y vosotros desprogramados?
Os lo agradezco. Pero decidme: ¿si hoy, ahora mismo , queréis ir a tomar café ,digamos, a Águilas. podéis hacerlo?. Esto es un "sindiós". Sencillamente insoportable. ¿Podéis pasar la mañana leyendo o viendo cine?
Dios mio, !qué me espera!.
(Nicolás no te rías)
A todos los miembros del Club: a estos compañeros hay que ampararlos. Propondo confeccionar una programación detallada para que así puedan pasar el resto de sus vidas, ahora miserables, con dignidad.
MªJesús, gracias por el pie de foto: "Para emborracharse de felicidad". No se puede decir mejor.
ResponderEliminarUn beso.
Serrano, yo que tú salía corriendo de ese trabajo. Joder con la rara. Qué quiere, ¿matarte?
ResponderEliminarHe de dejarte que me ha surgido tomar un café con Mariano y una amiga fotógrafa y escritora. Lo siento, no dispongo apenas de tiempo libre.
Esto se esta liando un poco Serrano. Entre los "Sísifos" y los "Nexus-6", se encuentran los "brumosos", una cosa o estado intermedio al que generalmente se llega un poco antes de, siempre y cuando, claro, se haya estado atento mientras que se portaba la piedrecita de marras. Es ahí Serrano dode esperamos , los mercados y nosotros, con impacinecia, que llegues. Mientras, a resitir y atento, muy atento.
ResponderEliminarNicolás.
¡Cuanto mamón!
ResponderEliminarSerrano, se me olvidaba. Leí en "Las aventuras de Tom Sawyer" que no hay peor tonto que un tonto viejo. ¿Lo diría por nosotros?
ResponderEliminarOtro abrazo.
Bueno, es que yo vengo aquí, en mi programación de profe en activo, a beber de la fuente.
ResponderEliminarNo te resistas,
Serrano, que yo también tengo un cuerpo como tu (serrano) y me programo y desprogramo al gusto. (Mira, son las 11 y ya acabé mi trabajo de fuera).
Farallón, tú como eres más joven - qué bien suena esta palabrica- tendrás que esperar un poco más. Pero todo llega.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D. ¿Se nos dará bien Sevilla?
MªJesús, bien matizado "de fuera". No sé si todos los del club saben tus faenas "de dentro". Les invito a que se den una vuelta por tu blog y que conozcan a Cuco y Chispa. ´
ResponderEliminarUn beso.
¿Cómo no van a existir envidios@s?
ResponderEliminarLeo lo que te escriben, lo que os escribis tu amiguico Mariano y tú y claro no tengo más remedio que ampliar mis conocimientos gramaticales:
nuevo verbo:
Fulanico "esmimejoramigo"
nuevasformas de adjetivos:
F."esmimásmejoramigo".
Y yo digo: "por los escritos los conoceréis"
Bromas a parte disfrutad de esa amistad y de otras muchas.
Dice Thornton que tu eres "UN POCO" más joven Farallón. Se conoce, que hoy con las prisas no se ha fijado en la nueva fotografía de tu icono, o no se puesto la "gafas de cerca".... las llamadas "tipo Gepeto".
ResponderEliminarEn que Estudio te las has hecho Farallón?...es muy caro?...
María Jesús, el que te hayas dirigido a mí personalmente no lo olvidaré. Serrano es el apodo que en mi pueblo (el que no tenga pueblo que se joda) he heredado de mi padre. Como habrás visto en la foto lo de serrano no es por mi cuerpo.Te espero esta misma tarde en mi mesa de la ventana con un quinto de estrella. Procuraré que no esté ni Farallón ni Nicolás que, como sabes, son bebesores empedernidos.
ResponderEliminarEstoy un poco emocionado y nervioso. Acabo de ver los goles de Ronaldo Católico (a los españoles nos conviene más que Cristiano).¿Y los catalinos?: ASUSTADOS.
(Lo de catalino no es por de catalán. En Murcia catalina es otra cosa. Como veo que en este blog participan personas de muchas latitudes y longitudes si no sabéis qué es una catalina, con mucho gusto nuestro queridísssssimo presidente lo aclarará).
Martica, ya lo hacemos. Lo único que no consigo es que me dé siempre la razón. Es un poco terco el aragonés.
ResponderEliminarUn beso.
Nicolás, si sabre yo la edad que tiene Miguel, perdón, Farallón.
ResponderEliminarLa fotografía es magnífica. No hay duda que se ha gastado una pasta.
Un abrazo.
Serrano, me haces preguntas para pillarme y deteriorar mi imagen. Pero no lo conseguirás.
ResponderEliminarRESPUESTA: una catalina es una comperdón.
Farallón, Nicolás, Martón y Serrano. Hoy llegó Cabopá y vosotros no estabais. Menos mal que Mariano y yo le hemos hecho los honores.
ResponderEliminarPara no desviarnos del título de la entrada y daros envidia os diré que se trata de un encanto de mujer. Inteligente y con mucha clase. Se nos ha pasado el tiempo sin darnos cuenta y cuando se ha marchado, Mariano y yo hemos dicho lo mismo:"qué tía más cojonuda".
Le he comentado, despues de verla, que no entiendo que no le dé la espalda al mar y muestre su rostro. Ha prometido pensarlo.
Un abrazo.
P.D. Nos ha dado recuerdos para vosotros.
La comperdón...me queda la comperdón.... cantaba una ciega con sus iguales en la mano en el Puente Viejo...y yo de corta edad la miraba sin saber qué era...Yo sabía lo de la "catalina" mi amiga de la huerta me lo había explicado; en cierta ocasión que pisó una....ja,ja..
ResponderEliminarDe la envidia a lo escatológico va un paso..
Besicos
Conste, que esto de estar en el mismo sitio y a la misma vez...Yo escribía sólo y al publicar....
ResponderEliminarExageras querido profesor jubilado..
Vosotros sí que sois "estupendos",dáis envidia y disponéis de tiempo para la charleta...
Para el resto de la "tertulia Belluga" besicos y otra vez será..
Asustado estoy. Nada más que sabéis hablar de lo mismo. Claro que un “cuerpo serrano” y un “encanto de mujer inteligente y con mucha clase”, mandan mucha romana. Lo entiendo, lo entiendo. Pero centrémonos en “el tema” por si acaso mañana nos cambia Thornton la entrada.
ResponderEliminarQue tipo de envidia es, si es que es envidia, aquella de
“..y mira si es grande mi amor
que cuando digo tu nombre
tengo envidia de mi voz”
No sé. Abruman las preguntas con efecto retroactivo. Blanco, o Roberto el amigo de Thornton, diría que esto es una cursilada, pero bueno la desarrollaría, porque él sabe que hay más vida en un bolero que en cien no sé qué.
“Esperaremos, esperaremos y mientras te esperamos, como decía el otro día El Serrano, te soñaremos”. (ripio de autor desconocido)
Efectivamente, Nicolás, hay mucha más vida en un bolero que en cien mil no sé qué. Y hay muy pocos Machines en las neuronas de los pensadores maquinales que sólo disfrutan de ellos mismos, y se corroen (casi pongo "corren") por la envidia que les provocan los cuerpos serranos, las mujeres y hombres inteligentes, con clase, con encanto, que no envidian a nada ni a nadie.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Cabopá , qué ratico más bueno hemos pasado. Se nos ha hecho cortísimo. Habrá que repetir, además, el resto de la cuadrilla también quiere conocerte. Tendrás que hacer un esfuerzo. Son unos pesados.
ResponderEliminarBesicos.
Nicolás, ¿celoso?
ResponderEliminarLa novela de Blanco me ha parecido especial. Se la he recomendado a mi pareja y después de leerla quiere conocer a Blanco. ¿Qué hago?
ResponderEliminarJoer aquí una se despista un día y se pierde.
ResponderEliminarVaya marcheta que llevais.
Bueno ahora voy a leer la entrada, pero si no pongo esto antes de opinar reviento.
Madison, este Thornton nos lleva a todos acelerados; está consiguiendo que vayamos todos a por nota a pesar de que Farallón y yo hemos amenazado con desertar si examina. Con esto de ser psicólogo de carrera está consiguiendo que nos examinemos entre nosotros; menos mal que abundan el buén rollo, la inteligencia, la simpatía ... y casi nos dejamos copiar. Un abrazo.
ResponderEliminarParker, ni se te ocurra. Quedaría prendada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Madison y Mariano, no se me quejen que ya debería estar publicada la siguiente entrada. He levantado el pie del acelerador para que entre menos materia para examen. Más no puedo hacer.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por leer la novelita, Parker. Y a tu pareja. Si vamos a Canadá -¡CARMEN Y YO!- avisaremos. Si venís a Madrid, avisad. Un saludo.
ResponderEliminarYo pienso que si existe una línea que separe la envidia verde de la otra es muy difusa y que no se manifiesta en si misma sino en los actos que provoca.
ResponderEliminarQuiero decir que uno podría haber envidiado el cuadro en silencio, dolerse de él y sufrir por lo que el considerase un privilegio del que estaba injustamente excluido...cualquier cosa. Hubiera sido un sentimiento mezquino, si , pero todos tenemos sentimientos mezquinos a veces. Creo que es el hecho de rasgar el cuadro lo que vuelve miserable al envidioso, no el deseo de estar allí.
Yo soy envidiosa. He llegado, he leído esta entrada y me ha dado muchísima envidia :)Luego me ha dado envidia de todos los que han descubierto este sitio antes que yo. En fin, me queda el consuelo de que por lo menos no me comerá un cocinero. :)
Si no tardo demasiado en escribir esto, mi comentario será el número 125, y que conste, por si cuela, que no lo digo con envidia.
ResponderEliminarYo suelo poner en sospecha a los limpios de pecado. También a los que, al reconocer sus faltas, admiten ser muy cabezotas, testaduros, perfeccionistas, o pseudodefectos semejantes. Y también, por supuesto, a los que abiertamente me confiesan que han cometido parricidio o han devorado a su prole.
Me siento más cómodo entre pecadores corrientes o viciosillos comunes, digamos los que, sin hacer alarde de ello, tienen ese puntito tolerable de pereza, de envidia, de soberbia, de lujuria, de avaricia, de ira o de gula, pero que no hacen daño a nadie, ni siquiera a ellos mismos.
Contaré un chiste al respecto, que espero no sea peor que el de Blanco:
Está un pelirrojo en confesión y le pregunta el sacerdote: "¿Pecas, hijo?". A lo que el primero responde: "¡Hasta en el culo, padre!"
Y en relación a la agresión sufrida por el cuadro, estoy convencido de que no fue tanto fruto de la envidia, como del gamberrismo de unos alumnos sediciosos e irreflexivos.
Un abrazo fuerte y felicidades por esta estupenda entrada y por los comentarios tan acertados.
El tuyo es mucho mejor que mi chiste, Jose. Dónde va a parar.
ResponderEliminarDile a la cuadrilla que habrá que buscar fecha y hora...No te has asomado hoy a mi "barandilla"...
ResponderEliminarBesicos.
Almalaire, gracias por pasar y gracias por quedarte.
ResponderEliminarEs interesante lo que dices y cómo lo dices.
A Risk, lo leo en el blog de Blanco y me tiene enganchado. Dale un abrazo.
Un saludo.
Jose Lorente, estoy de acuerdo con lo que dices. Tampoco me gustan los que se reconocen defectos que terminan siendo virtudes. A otro perro con ese hueso.
ResponderEliminarQué gran pareja, Blanco y tú en el club de la comedia. Se me ocurre una gira en verano, unos bolos veraniegos contando chistes por los pueblos. No me burlo, es pura envidia.
Un abrazo.
Cabopá, me han puesto a parir. Dicen que les dimos esquinazo. Que se chinchen. Ya buscaremos día y hora y si se portan bien los llevaré.
ResponderEliminarBesicos.
P.D. Ya te he visto agarradica al puente. Estás para una foto.
Jose, menos mal que has enderezado el rumbo del blog: E N V I D I A, porque los jubilados se quejaran pero sus 5 horas delante del ordenador no se las quita nadie, naturalmente hablando de sus otras 8 horas de comilonas, paseillos, etc. No, si al final lograreis despertar nuestra envidia.
ResponderEliminarJosé, estás en un error respecto a que el ataque al cuadro es producto del gamberrismo de alumnos sediciosos e irreflexivos; eso es imposible ya que en todo el instituto, los casi dos mil alumnos lo adoraban. Es sin duda el mejor profesor que ha tenido y tendrá en mucho tiempo ese centro. Les ha hecho crecer como personas a todos, ha elevado su autoestima y ha peleado sin descanso hasta reconducir a los que estaban acercándose peligrosamente a comportamientos que hubieran sido delictivos. Copiando la dedicatoria mas hermosa que le han hecho diré que ha sido el PELE de los profesores. Ese cuadro no se hubiera pintado si él no hubiera estado en la tertulia y te aseguro que quien lo hizo le hubiera gustado mas apuñalar su figura. Si el THORNTON CLUB lo conduce como vemos, eso es poco respecto a su labor docente. No me ciega la pasión de amigo; es así y te lo digo por que tengo muchísimos familiares dedicados a la enseñanza y llevo treinta años oyendo hablar de ella. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Celos,dices?...ese monstruo, el más grande seún el clásico,imposible que habite en el corazón de los plátonicos ni de los del Real Madrid...!eso al menos es lo que se cuenta!..
ResponderEliminarUn abrazo Thornton, un abrazo, y no te preocupes hombre.
Carlos, ¿para qué estáis los socios más jóvenes, los más formales? Vosotros tenéis que reconducir el blog cuando los veteranos deliremos. Y nada de envidias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mariano, que te pasas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nicolás, no me puedo preocupar, ya lo estoy.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me voy al blog de Serrano a saber si el nuevo adjetivo "bebesores", quiere decir que se la beben a una a besos: con lo necesitada que estoy, a mi edad...
ResponderEliminarAy, que disgusto más grande: me he ido a beber a la ventana de Serrano y serrano tendrá u cuerpo, pero no tiene ventana y, me pregunto (y no me sé responder) ¿dónde voy a buscar la cerveza y lo demás? ( sobretodo lo demás)
ResponderEliminarMªJesús, este Serrano está fallando con la cerveza. Tendré que amonestarle.
ResponderEliminarMe anoto esa perla de comentario, "bebesores: se la beben a una a besos", me ha encantado.
Besos, besos y más besos.
Nicolás, Serrano, Martón, Mariano, esta liga ya tiene dueño, el Barça. Otra vez será.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenas tardes:
ResponderEliminarNadie es envidioso y sin embargo la envidia existe.
Nadie tiene un hijo malo y sin embargo los hijos malos existen
Y así con un montón de hechos en la vida...
Saludos
Aquí me quedaré, muy buenas. Sabias palabras con las que no queda más remedio que estar de acuerdo.
ResponderEliminarUn saludo.