Era un niño feliz. Su pequeño paraíso lo constituía el taller de carpintería familiar, donde trabajaban su padre, su abuelo y dos tíos. El pequeño siempre estaba tratando de imitarlos y con los retales que encontraba se fabricaba mesas, barcos y todo lo que en su reducido mundo alcanzaba a imaginar. Le celebraban sus pequeños logros, aunque les oía comentar a veces: “se pasa el día clavando puntas “.
El domingo era el peor día de la semana al no existir actividad en el taller. Se distraía con los juguetes que le trajeron los Reyes el año anterior y que eran un juego de bolos de madera coloreados, un pequeño parchís, un acordeón, con fuelle de cartón, de cinco notas y la hucha mágica que se tragaba las monedas. Al final de la tarde, cuando su padre volvía del Café, le traía invariablemente una barrita de chocolate Elgorriaga, que se comía sin dilación.
Aquel otoño, su madre le acababa de tejer un precioso jersey de lana de color amarillo, más bonito que las plumas de los canarios.
Una tarde, estando en la escuela de párvulos, entró en la misma el tío Timoteo y le dijo a la maestra que su padre se había caído con la moto y se lo habían llevado a la ciudad. Fue a casa angustiado y temeroso. De madrugada trajeron su cadáver y a la tarde siguiente, su tío lo tomó en brazos para entrarlo en la sala donde su padre yacía en la cama con la cabeza vendada. Le dijeron que le diera un beso y lo llevaron a casa de unos vecinos, donde una hora después vería a través de la ventana el cortejo fúnebre camino del cementerio.
Al domingo siguiente lo vistieron para ir a misa y al ponerle el jersey nuevo observó que una de las mangas llevaba cosida una gran cinta negra a su alrededor. Andaba por la calle mirándola con disimulo y un sentimiento mezcla de temor y de vergüenza, sentimiento que nunca lo abandonaría cada vez que se lo ponía.
Han pasado cincuenta años y a veces, entre sus cosas, aparecen los juguetes que conserva como pequeños tesoros. Los toca unos instantes y al volverlos a guardar piensa que en todo ese tiempo nunca ha vuelto a ponerse un jersey amarillo.
Otro momento mágico se producía cada día, cuando bajaba corriendo a la puerta de la calle al oír la moto de su padre que regresaba de su jornada de trabajo en “La Central”. Cuando la MV AUGUSTA llegaba, su gozo consistía en girar la llave de contacto que estaba sobre el faro y parar el motor.
El domingo era el peor día de la semana al no existir actividad en el taller. Se distraía con los juguetes que le trajeron los Reyes el año anterior y que eran un juego de bolos de madera coloreados, un pequeño parchís, un acordeón, con fuelle de cartón, de cinco notas y la hucha mágica que se tragaba las monedas. Al final de la tarde, cuando su padre volvía del Café, le traía invariablemente una barrita de chocolate Elgorriaga, que se comía sin dilación.
Aquel otoño, su madre le acababa de tejer un precioso jersey de lana de color amarillo, más bonito que las plumas de los canarios.
Una tarde, estando en la escuela de párvulos, entró en la misma el tío Timoteo y le dijo a la maestra que su padre se había caído con la moto y se lo habían llevado a la ciudad. Fue a casa angustiado y temeroso. De madrugada trajeron su cadáver y a la tarde siguiente, su tío lo tomó en brazos para entrarlo en la sala donde su padre yacía en la cama con la cabeza vendada. Le dijeron que le diera un beso y lo llevaron a casa de unos vecinos, donde una hora después vería a través de la ventana el cortejo fúnebre camino del cementerio.
Al domingo siguiente lo vistieron para ir a misa y al ponerle el jersey nuevo observó que una de las mangas llevaba cosida una gran cinta negra a su alrededor. Andaba por la calle mirándola con disimulo y un sentimiento mezcla de temor y de vergüenza, sentimiento que nunca lo abandonaría cada vez que se lo ponía.
Han pasado cincuenta años y a veces, entre sus cosas, aparecen los juguetes que conserva como pequeños tesoros. Los toca unos instantes y al volverlos a guardar piensa que en todo ese tiempo nunca ha vuelto a ponerse un jersey amarillo.
Me has dejado muda y triste.
ResponderEliminarHas hecho una descripción tan perfecta que visto al niño
Qué triste, y con que facilidad se rompe la vida, la estabilidad, la felicidad.
Está haciendo una tarde muy oscura y lluviosa.
Yo me quedo tambien tristísima, creo que no olvidaré el jersey amarillo, ni tu relato corto, escueto, pero lo cuentas con todo el sentimiento, yo de pequeña jugué con trozoa de madera, imaginando casas, árboles y plazas, eran otros tiempos...
ResponderEliminarUna historia triste y hermosa. Creo que no existe la belleza sin la savia de una corriente subterránea donde viajan las pérdidas. A veces, basta un jersey para cifrarlas.
ResponderEliminarOjalá tampoco, a ningún jersey haya tenido que ponerle una cinta negra.
ResponderEliminar(pero no me parece posible)
Madison, no quería yo ponerte triste. Alegra esa cara bonita que ya escampará.
ResponderEliminarBesicos.
Rosario, es una historia triste que tenía que salir a tomar el aire.
ResponderEliminarUn abrazo.
Daniel, es cierto pero hay edades que tendría que estar prohibido sufrir de este modo.
ResponderEliminarCon el tiempo, se habrá preguntado cómo ante tanto dolor pudo existir un resquicio por donde se colara ese sentimiento de vergüenza.
Un saludo.
MªJesús, uno de los misterios de la vida es que, sabiendo cómo acaba, se puede ser feliz. Para mí es el gran misterio. Cuando en una película se besan y pone "Fin", tú sabes que no, que la vida no acaba con ese beso, pero... bueno, me estoy poniendo pesado.
ResponderEliminarBesicos.
Más allá del profundo dolor que me causó percibir desde el lenguaje, las imágenes del niño ante la muerte. Pienso en el valor de los pequeños objetos, o del color, amarillo para el caso, de devolvernos a situaciones pasadas, que nos duelen o nos alegran.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenas noches, cada vez que haces una entrada creo algo más en la telepatía, la historia es triste sí, pero la vida sigue y lo que ocurre es una realidad que a much@s nos ha pasado. Creo que todos tenemos la nuestra. Pero vuelvo a algo más alegre, ese niñ0 jugando esos juguetes de madera..Anoche ya muy tarde hablando de juguetes u otros objetos con un grupo de amigos les saqué dos: un trenecito de latón del cual mis sobrinos y sobrinas los he tenido tonticos y un sonajero hecho con juncos de uu pueblo maño y por uno de mis amigos del alma. Lo tengo la friolera de cuarenta años.Yo siempre le decía: lo guardo para el primero de nuestros hijos.No tenemos ninguno de los dos, pero lo guardo como el preciado tesoro.
ResponderEliminarYo también he querido compartir mi historia.Gracias
Mi querido amigo profesor jubilado, sencillamente, extraordinario el relato...
ResponderEliminarUna situación esa de la banda negra (brazalete,solapa y botón) que retrata
una época en blanco y negro que casi todos los que visitamos este club guardamos en nuestra retina... Por otra parte me has recordado cómo aprendí yo a montar en bicicleta. Mi padre tenía una bicicleta "Orbea" de color negro (que conservamos)cuando venía de trabajar en ella, yo lo esperaba en el portal y me la dejaba un ratico,metía las piernas por debajo del cuadro y a medio pedal,recorría la calle, después cuando las piernas crecieron me resultó
fácil sentarme en el sillín. Mis abuelos ponían el grito en el cielo,pero, yo aprendí a montar en bicicleta,que por cierto me gusta mucho y la práctico en el verano...Después vino Fernado Fernán Gómez y dijo eso de que "Las bicicletas son para el verano"...Yo ya lo sabía...
Oye escritor no dejes estos relatos sin salir al aire; sí tienes más cuéntanoslos...
Besicos amigo Presidente.
P.Soñador, el poder evocador de los objetos, de los olores es enorme. Si han quedado asociados a un suceso tan trágico y a esa edad tan frágil el recuerdo es ya imposible de olividar.
ResponderEliminarUn saludo.
Martica, a eso se le llama un pálpito. Tú anoche hablando de juguetes y yo hoy coloco esta entrada con acordeones y parchis. Gracias por compartir esa historia tan hermosa.
ResponderEliminarY felicidades por ese amigo del alma.
Un beso.
Cabopá, qué lutos aquellos, qué brazaletes. La vida en blanco y negro, como bien dices.
ResponderEliminarTe imagino a medio pedal y a tus abuelos sufriendo. Aún recuerdo la primera vez que quitaron la mano del sillín y me dejaron solo ante el peligro.Como si volara.
Besicos
Una historia tan bonita y bien contada como triste. A mí tampoco me gusta el amarillo, y tengo una razón de peso muy parecida a la del protagonista de tu relato, tal vez por eso me ha llegado tanto este post.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Este relato me ha hecho recordar el de HAMBRE, por tu capacidad descriptiva en estas historias de la España triste y la fuerza de tu narración; acongoja ponerse en el lugar de los protagonistas e inconscientemente desea uno que ninguno haya quedado con traumas que pudieran lastrar sus vidas y la vida les haya deparado también alegrías. Gracias Thornton.
ResponderEliminarMe has puesto triste momentáneamente, aunque tus comentarios a los comentarios me han devuelto a mi estado anterior. La historia parece autobiográfica y es realmente una experiencia impactante.
ResponderEliminarMercedes, lamento que tengas esa razón de peso. Yo tuve más suerte y el amarillo no me desagrada, ningún color me desagrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mariano, no me cabe la menor duda. Esas cosas se superan con las alegrías que da la vida. Es ese milagro de "la alegría sin porqués, contra los porqués".
ResponderEliminarMe parece que sí, que está en la línea de "Hambre".
Un abrazo.
Arobos, la historia se la escuché en repetidas ocasiones a un amigo y me impactó. Fue lo que a él le ocurrió, tal y como lo cuento. Así que , en cierto modo, es autobiográfica.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Joder Thornton para ser lunes como empezamos!
ResponderEliminarEstremecedor relato.
En mi infancia, un poco lejana ya, no he tenido vivencias tan fuertes, pero no entiendo bien el sentimiento de “…vergüenza” del niño al ponerse el jersey amarillo.
Abrazos
Pepe
Supongo que es cierto que uno recuerda momentos tremendos de su vida a través de pequeños detalles. No sé quien me dijo que las buenas historias nacen de la vida. Esto es seguro. Además, el ritmo narrativo es magnífico. Está muy bien escrito.
ResponderEliminar¡Pues sí que empezamos bien la semana!
ResponderEliminarEstoy hay que remontarlo, Thornton.
Un abrazo fuerte.
Hoy fuera esta lloviznando,vengo a mi pc a cobijarme,navego y leo tu historia,ahota tambien llueve en mi corazon..
ResponderEliminarPero el sol tambien es amarillo,y hay que dejar que amanezca cada dia en el alma,sino aveces seria dificil seguir..
Un saludo.
Solitaria de la mancha
Si no se puede culpar a nadie,culpemos al amarillo. El dolor se tiene que purgar aunque sea a costa de colores.
ResponderEliminarBellísimo, Thornton.
ResponderEliminarAmarillo contiene la palabra Ama.
Una muerte en la familia, de James Agee. Novela muy recomendable. Y triste, también.
Un abrazo grande.
Cuántas cosas se nos quedan escondidas y luego al hablar sobre otras, se nos vuelven nítidas, como si las estuviéramos viviendo de nuevo.
ResponderEliminarMi abuelo estaba siempre fumando, recuerdo sus dedos amarillos y la cajetilla de Celtas en el bolso trasero del pantalón. Recuerdo su tos exagerada de mañana, recuerdo como hacíamos deberes en las largas tardes de verano mientras el tomaba su café, el día que yo tomé mi primer café junto a él (¡cómo me gusta abuelo!)porque aquello no hacía daño. La goma Milan de color verde y el lápiz de rayas número dos, los cuadernillos de sumas y restas y su tos, todo ello con el aroma del café envolviéndonos. Así se quedó él para mí.
Mamen, te aseguro que de esta misma manera recuerdo a mi abuelo. Daba unas chupadas al Ideales, también llamado "caldogallina", que nos quedabamos asombrados.A mí, cuando no lo veía mi madre, me daba vino rebajado con agua. Cuando le demandaba más reía, reía, reía....
ResponderEliminarDe estas entradas se decuce que todos tenemos, por necesidad, alma de poetas.
José Martón, nunca olvidaré cuando mi madre me puso unos pantalones bombachos y una pajarita por corbata. Quería morirme.
ResponderEliminarUn jersey amarillo canario profanado por una banda negra, por muy serio que sea el suceso, es para mirar al resto de niños de reojo.
Un abrazo.
Serrano, muchas gracias, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose Lorente, otra vez será, me ha salido Faulkner.
ResponderEliminarUn abrazo.
Casadiellina, me gusta lo del amarillo y el sol. Seguro que el protagonísta se habrá agarrado a esos días luminosos.
ResponderEliminarUn placer.
Esgarracolchas, lo mejor de las excusas es que siempre las tenemos a mano. La culpa la tuvo el amarillo y el negro, sobre todo, el negro.
ResponderEliminarUn saludo.
Cuando se mezcla lo triste y lo hermoso, uno se queda… …bueno…
ResponderEliminarMi padre tenia una Ossa de 125 que yo acabo de restaurar, ha quedado guapísima.
Mi padre me montaba entre el y el deposito y yo la paraba apretándole al botoncito… …bueno…
Un saludo
Blanco, me tomo nota de la novela, he visto que está en Alianza. Gracias, la leeré.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me quito el sombrero (que no llevo)
ResponderEliminarun abrazo inmenso.
¿Te ha llegado la peli?
Mamen, qué recuerdos. Hasta el color verde de la Milán tienes en la memoria. De poeta a poeta: "Es tiempo de nostalgia, ¿recuerdas?".
ResponderEliminarBesicos, poeta.
Jesús, nos vamos a poner todos tontorrones. Tú y yo ya lo estamos. La Ossa 125, parece que la estoy viendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pepe Pereza, qué bien me tratas. La película de momento no me ha llegado, te lo habría dicho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un gran relato Thornton, no sé si biográfico pero espero que no. Es un gran relato porque está contado con la sencillez de los niños. Los juguetes sencillos (anécdota en la que todos nos podemos más o menos sentir identificados, pues todos nos entretuvimos más con un retal cualquiera que con el tren eléctrico más sofisticado) están contados con palabras de niño, y esa misma naturalidad infantil va tejiendo el relato hasta la aparición de la muerte. No hay ningún detalle olvidado y sin importancia: el jersei alegre, el canario que lo imaginamos en una jaula (la del dolor y la incomprensión, o la de la muerte del padre), la procesión a la iglesia, la señal de estar marcado como ´marcaban a los judíos para llevarlos al campo de la soledad (porque eso es la cinta negra: pertenecer al territorio de la soledad desde aquel mismo momento). Me dejaste sin palabras y triste por un motivo: porque está francamente muy bien.
ResponderEliminarMi padre me enséño a andar en bici contra mi voluntad porque el aprendió de mayor, con veintipocos años, en un pueblo de la montaña de Vizcaya que luego se haría tristemente famoso. Allí llegó con poco más que lo puesto y después de trabajar cortando pinos durante todo el día intentaba aprender a montar en bici por la noche entre las risas de los niños del pueblo al ver como se caía de la bicicleta una y otra vez alguien que ellos consideraban ya "un señor"
ResponderEliminarEl también fue un niño con brazalete negro una vez.
Preciosa entrada.
Ramon, eres muy amable. La historia me la relató un buen amigo, y sí, era su historia. Espero haber sabido transmitir sus emociones.
ResponderEliminarEs cierto lo que comentas de los juguetes. Me has hecho recordar a Tati y "Mon oncle". Cómo prefería aquellos juguetes elementales de su queridísimo tío a los sofisticados de su desclasado padre.
El resto, lo cuentas tú mejor que yo. Eres un fuera de serie.
Un abrazo.
Almalaire, tu padre te quiso evitar su purgatorio pero pasarías más miedo que siete viejas (qué expresión más antigua).
ResponderEliminarLo de tu padre cayéndose de la bici y volviendo a subir, me ha hecho recordar a los vaqueros que quieren domar un caballo y caen y se levantan una y otra vez. Sería un hombre de carácter.
Un abrazo.
Thornton, había venido hoy con la intención de bromear un rato contigo y los compañeros del Club sobre esto o aquello, pero conforme he ido leyendo tu entrada se me han ido todas las ganas de hacerlo. Tódas. Pienso que no se puede contar un hecho así y su doloroso recuerdo, si no hay una vivencia, so pena de que se sea “avant la lettre”(?) un consumado poeta de la narración corta. Podría ser. Tu blog Thornton esta lleno de destellos de hermosa e inteligente escritura. No sé. Quizá. Yo de momento me voy a beber ahora mismo un whisky, o dos, y ya volveré en otro momento cuando me haya recuperado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con una palabra te digo lo que pienso: ¡BRAVO!
ResponderEliminarUn relato lleno de ternura sin caer en ñoñeces ridículas. He visto los juguetes de madara, las barritas de chocolate Elgorriaga, la ilusión del niño cuando oía llegar a su padre y lo esperaba para darle a la llave de contacto, el asombro entusiasmado ante un jersey que tenía el color de los canarios.
Y me ha impactado la fría noticia de la muerte, porque la muerte siempre es fría, como las lápidas que la encierran.
He sentido el corazón encogido del niño, su desolación profunda, su tristeza acordonada por una cinta negra. El jersey alegre poco le importaba ya. Había entrado en un territorio extraño, porque la muerte siempre debe ser extraña para los niños. Su padre no cabalgaría más sobre la moto, no volvería a llevarle chocolatinas. Su corazón lloraba y, al ser niño, no encontraba consuelo en las palabras que los mayores se dicen para sobrevivir. Su padre no estaba y él lo sabía por ese crespón negro que había derogado toda la vitalidad del amarillo. Su padre se había ido y él le abrió las puertas a un concepto que no debería entrar en las mentes infantiles. La muerte le enseñó su cara bien pronto y él lloró para siempre en sus recuerdos.
Bellísimo, querido Presi. Me ha llegado al alma por toda la evocación que contiene, por toda la ternura que despierta.
Un placer leer tus escritos. Persevera en tu filón, que sacas oro amarillo cuando te pones.
Un beso.
Nostalgia, añoranza, morriña, acordanza que diríamos aquí.El hecho de vivir tiene como consecuencia este sentimiento que nos llena el pensamiento en algunos momentos, de repente.
ResponderEliminarY por qué no recordarte,
por qué no volver al jardín
junto a tu pecho
hinchado de vida...
Nicolás, tómate un par de copas a mi salud y a la de Mariano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isabel, lo que es un placer es leer tus comentarios. Eres un pedazo de escritora.
ResponderEliminarMía ha sido la culpa de que no hablemos de quinticos, ni de vinos. Hoy no toca bromear, mira Nicolás, pero era una deuda que tenía y no pagar está muy mal.
Un beso y a ver si se te oye.
Mamen, a veces la nostalgia, nos arrea un bocado y nos deja tiesos. Me gusta, acordanza.
ResponderEliminarEstos versos nos resucitan.
Besos.
A mí la melancolía, el estado melancólico me parece agradable.
ResponderEliminarUna vez más los temas se tocan. Si este texto tuviera que ser traducido a otro idioma, creo que el tono predominante es el de la melancolía. El tema del texto es triste pero el sentimiento que me provoca no es tal.
PARA LEER EXCLUSIVAMENTE POR EL PRESIDENTE: Debemos, oh presidente queridíssssssimo, pasar a otra entrada por el bien de Nicolás. Si cada vez que la lee se toma dos güisquis añadidos a lo que es su natural corre serio peligro.
Como Farallón ne me visita, ni nadie, dicho sea de paso, los quintos me duran más pero ha llegado el momentos que dispongas me hagan llegar nueva remesa. No te preocupes de la cantidad porque, como sabes, caben hasta setenta y tres cajas bien colocadas, eso sí.
Blanco, aunque lo que te digo es de otra vida, no hago comentario de tu novela porque creo que algún envidioso o envidiosa está acaparando todos los ejemplares que llegan a Murcia con cierta intención torticera.Como sabrás, la envidia tiene mil manifestaciones. Te tengo envidia.
ResponderEliminarSerrano. Pasa de los envidiosos y envidiosas murcianos y murcianas. Si no la consigues, te la envío. A cambio, deberás hacerme una crítica impiadosa, eso sí. Un saludo.
ResponderEliminarBlanco, cuenta con la crítica. Incluso te la puedo hacer sin leer la obra. Me dicen que lo hacen muchos críticos de profesión. Podríamos decir: es una obra previsible desde el comienzo......Si dormitó Homero por qué no Pre-textos......hoy día todo se publica...... lástima de tiempo.......no apta para entendidos...ramplona..... . Y esto sin leerla.
ResponderEliminarEn la tertulia de la foto, todos los miércoles
a las once treinta, los comentarios que hicieron sobre ella te ruborizarían. A mí me dió un no sé qué en el estómago indescriptible.
Ramplona, Serrano: tu cuerpo no sabe lo que dice. Será hermoso y macizo, no lo dudo pero después de leer tu comentario a Balnco recuerdo una fábula de mi infancia: "Dijo la zorra al busto, después de olerlo
ResponderEliminartu cabeza es hermosa , pero sin seso"...estoy atrapada en ese ejercicio de literatura, donde el autor se plantea el principio y que cosas poner y anota, como el ama de casa que va poniendo pinzas en la anotación de alimentos para cuando tenga que hacer la compra...pero los sentimientos lo asaltan, nos asaltan, nos toman por sorpresa, nos pillan, nos arrinconan y no hay donde esconderse, como evadirse.
Ay, Serrano, que no van a verte porque no saben a dónde,como me ha pasado a mi.
Porque, sí,sí, mucho hablar de quintos y de besedores (leer la interpretación de la palabra en los comentarios del post anterior), pero luego ¿dónde estás?. Por mi tierra se diría ¿ulo Serrano?
Aunque quizá, para un clásico como tu, yo debería recitar:
ResponderEliminar"A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido?" (Llorando, vamos, a moco tendido)
Permítame felicitarle, estimado Zorton, por ese relato tan magníficamente desarrollado sobre una base cromática, el color amarillo, esa tonalidad que fue obsesiva en la mente de Van Gogh, ese color que simboliza la iluminación, la deidad, la madurez de los años dorados…
ResponderEliminarY es que cuando un niño protagoniza una historia, se enternece el corazón más duro:
"El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños."
Salu2
[ Aclaración para los compañeros del Club que por un casual deseen aliviar mi estado de ánimos: a mi el “wiskey” me gusta sin diéresis.
ResponderEliminarAbrazos a todos los “compas” “bebesores” (idiolecto propiedad de El Serrano..! espero que sin royalty!) ]
[ ] estos corchetes significan lo que significan porque es evidente que desean significar ..... creo que es algo que me ha quedado de mi penúltima lectura.
Estimado Tordon, es usted un elegante y yo un pesado. La culpa la tienen mis mujeres. Les hago ver que para llevarnos bien sólo tienen que darme la razón siempre, y ellas, tan listas, me la dan. Estoy malacostumbrado.
ResponderEliminarMe gusta tu comentario y te doy la razón.
Un abrazo.
Nicolás, "Bebesores" pertenece a MªJesús. Fue la que lo definió maravillosamente: "los que se la beben a una a besos". Convirtió un error en una perla, como las hadas de los cuentos.
ResponderEliminarNunca he tomado el "Wiskey" con diéresis, a lo más con hielo.
Un abrazo.
Tierno y triste pero muy bello relato Thornton. Orgullosos han de estar tus amigos de que expreses con tus dulces palabras sus historias.
ResponderEliminarTus entradas arrastran más gente que el sermón de la montaña, del cual no tenemos datos fidedignos. Por cierto, empiezo a pensar que el club es toda una religión: la foto del maestro y sus apóstoles en la terraza de un bar me lo confirman, Blanco, Daniel Dominguez y Jose los profetas, el pobrecito hablador como Lázaro resucitado, María Cabopá de Magdalena, la virginal Isabel que guarda la sangre del maestro, Tordon Barrabás, las plañideras Maria Jesus (aquí haciendo doblete), Mercedes y Madison. En fin, me uno al sequito. Bendito seas maestro.
Carlos, cómo se nota que eres un experto en literatura fantástica, qué imaginación. Por cierto te he reconocido entre el séquito, eres mi "demonio de la guarda".
ResponderEliminarRecibe mi bendición.
Un abrazo, profe.
Carlos muy buena clase de Religión...Me has recordado aquellas que recibí en el Instituto Saavedra Fajardo hace ya unos cuanticos años...El cura se ponía manguitos para no mancharse las mangas de la sotana de tiza...
ResponderEliminarMe encanta el papel que me has dado (sin conotaciones,claro)je,je...Maria Cabopá de Magdalena je,je...No me lo puedo creer...Y los apostoles han menguado...No..?
Besicos desde el sermón de la montaña....¿Ha sido ya la multiplicación de los panes y los peces.?
"Centro del Cansancio" con toda la cadena en marcha...La conservera funciona muy bien...
ResponderEliminarCada día producimos los mejores resultados...Hasta juancarlos dice que es la mejor....je,je..Asómate a mi ventana:La plaza.
Besicos
María Jesús, soy ese hombrecico insignificante que está en la mesa de la ventana. De cuerpo serrano, nada. El seso el justo. Desde la timidez del pobre hombre, con gran complejo de inferioridad, solemnemente te invito a tomar unos quintos. Beseremos durante toda la tarde. (Digo tarde porque todavía estoy en activo).
ResponderEliminarEn cuanto la crítica, sin leer la novela, me ratifico y predomino.
Queridíssssssimo presidente y estimado Nicolás, al decir güisqui me estoy refiriendo al licor alcohólico. Alguna vez os contaré una anécdota que le ocurrió a Menéndez Pidal, uno de los pocos sabios que hemos tenido. (Permitidme el insulto: tontuelos)
ResponderEliminarNicolás, no sé tú, pero yo no le permito a este capullín de Serrano que me llame tontuelo.
ResponderEliminarSi para alardear de su amigo Pidal me tiene a mí que insultar, que se ahorre el esfuerzo de contar la anécdota de Shakespeare.
He dicho.
..… no sé porque empezaba a ver unos raros bichitos, cuando volvió Eveline, rumana nacida en Starchiojd, licenciada en física cuántica por la universidad de Bucarest , que me ayuda hace un tiempo en las tareas caseras, y me dijo < D. Francisco, lo siento, pero llevo más tres horas y no he encontrado en el Super de la esquina botella alguna que tuviera la etiqueta de “güisqui”, como escribio vd. en su nota; y he buscado, se lo aseguro, concienzudamente, en todas las estanterías, ¿ no se habrá confundido? >.... Intente pensar mientras una especie de escarabajo me subía ya por la pierna derecha, que las Academias están para prenderles fuego o para sestear en sus cómodos sillones, pero cuando iba a comentarle algo de esto a Eveline y de lo que pensaban al respecto Gómez de la Serna y Unamuno, me fue totalmente imposible.... articular palabra, ya que el bichejo ese había trepado hasta mi cara y comenzaba a comerme la lengua el muy mamón....
ResponderEliminarSiempre me ha conmovido especialmente la tristeza de un niño, su desamparo al no entender qué está pasando, por qué un ser que quiere y es parte de su paisaje humano de pronto no habla- no le hablá- y desaparece. Tu relato me ha traído a la memoria, con las lógicas diferencias, la escena de Daniel el Mochuelo y Roque el Moñigo frente al cuerpo de su amigo Germán el Tiñoso. Esa delicadeza con la que le meten en el bolsillo aquel pajarillo que había perseguido hasta resbalar en una piedra mojada y descalabrarse. Todo aquel lío del milagro, con "don José, que era un santo"...Delibes me conmovió con esta estampa de inocencia y tristeza. Tú también ahora, con tu relato.
ResponderEliminar¿Qué puedo añadir a lo que ya te han dicho tus entusiastas seguidores?
Curioso, como pueden cambiar las interpretaciones del color amarillo(alegre)según las vivencias a las que estén asociadas.
ResponderEliminarYa sabes que yo siempre lo asocio a situaciones ridículas(un sombrero de copa amarillo para cortejar). Me ha dado por pensar que se debe a las estúpidas fotos que me sacaron en los 70 (un niño) haciendo como que hablaba por teléfono. O incluso a un niño que lloraba y comía galletas en el primer año de escuela, que tenía unos calcetines amarillos hasta las rodillas. O a unas espantosas cazadoras de ese color que se pusieron de moda a principio de los 80. Luego hice un montón de cuadros chistosos de pueblo con fondo amarillo. Era muy resultón, el negro del dibujo era un cantazo. No. no es que no haya apreciado el buen gusto de tu relato y el contraste del color con el luto, y las fotos con que lo ilustraste.¿hiciste o buscaste las fotos para el relato o el relato para las fotos? Edward de Bono llamaría a eso un ejemplo de pensamiento lateral conseguido. ¿Pensaste en un jersey amarillo o lo viste en el armario y elaboraste el resto? ¿O me confundo en todo y es una historia real y todos esos objetos son los protagonistas?
Un abrazo. Que en mi blog siempre me olvido de darlos pero en el tuyo no puedo.
Hoy,doce de mayo de 2010, dia de tila y orfidal.
ResponderEliminarNicolás, lo que escribes ut supra me recuerda el chiste del emigrante castellanoparlante en Francia. Decía que bien está que al vino le llamen vin, que al pan le llamen paine, pero que al queso, que se ve que es queso le llamen fromage, por dios.
De cualquier forma, para tu dolencia también puede ir tu propia a la farmacia y pedir alcohol de 98 y lo mezclas con casera.
Atentamente.
Sean, tú a mí me puedes pegar pero yo a tí no te he hecho nada.
ResponderEliminarMe ha gustado, triste pero bonito.
ResponderEliminarY muestras como el ser humano dota a los objetos de sentimientos y los enlaza con las vivencias más importantes de nuestras vidas.
Un saludo
Rosa, tú también has dicho mucho y, como siempre, muy bien. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Javi, real como la vida misma. Esos juguetes aún funcionan y el recuerdo del luto en la manga amarilla, también. Es la historia de un amigo y había que contarla.
ResponderEliminarHe leído a Fante, tanto me ha gustado que pronto iré a por el otro. Tenéis muchos puntos en común. Esa dedicatoria donde dice "De esta puta de Hollywood..." la podías haber escrito tú. O esa otra "apestaba a salud". Gracias por la recomendación.
Un abrazo.
Serrano, cómo te voy a pegar si no te lo mereces y además sé que andas preocupado.
ResponderEliminarEstate tranquilo, el cheque está ya en el bolsillo y tú con nosotros.
Un abrazo.
P.D. No has contestado a Bobbio.
Recuerdos, gracias por leerlo y de esa manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Salto de Gritos a leerte y a quedarme por aquí como seguidor para tener información sobre lo que publicas.
ResponderEliminarMe gustó tu relato. Yo ando con la idea de volcar en mi blog mi llamada “memoria histórica”, que no sería nada más que contar las vivencias del pasado para que no me las cambien los de siempre y que la gente pueda conocer de primera mano los avatares de aquellos tiempos.
Un saludo
Serrano me disgusta saberte preocupado.... ¿pero que decir en este medio? A mi me alegran tus comentarios. Y con el pemiso del Presidente Thornton , si eso te aliviase puedes contarnos otra vez lo de Pidal o le de Shakespeare completo, tambien lo de Cajal, lo que tu quieras,...pero que sepas que tambien estoy en ese "nosotros" de Thornton.
ResponderEliminarUn abrazo Serrano, y no pienses que ya he realizado la alquimia farmaceutica. Pero Como veo que eres un entendido, cuando vaya a hacerlo, ya te llamare pra que me dictes las proporciones. Otro barazo.
Serrano, OTRO ABRAZO he querido decir y digo... Corrijo antes de que se entre en el cachondeo, al menos que el hada que anda revoloteando por este blog convierta mi error en una perla con destellos afectuosos.
ResponderEliminarQuerido amigo Serrano: lamento mucho tener que reprenderte pero como veo que tus consejos alcohólicos pueden producir problemas serios, en especial a Nicolás, paso a informante de lo siguiente: el alcohol de farmacia que originalmente era alcohol etílico, se desnaturaliza con la adición una sustancia TÓXICA, llamada benzalconio, para evitar el consumo humano. No es que te mueras si lo hueles pero ojo con ingerirlo.
ResponderEliminarComo dice un amigo mío, en otro orden de cosas, ayer en la reunión del café en la Pza. de Belluga tuvimos la agradable visita de Isabel. He de decir que la foto que conocíamos por el blog no le hace justicia. Estupenda compañera y magnífica tertuliana.
Abrazos
Pepe
Que a nadie se le olvide. Nunca se sabe en qué queda una tertulia. Lo importante es la entrada de nuestro queridíssssssssimo presidente. Me repito: magnífica. Adecuación de tema y forma. Es verdadera.
ResponderEliminarYo ya sé que el alcohol dispersa, pero Nicolás, un poco de moral kantiana.
Queridíssssssimo presidente, te admiro tanto porque cada vez te veo más dulce, más glucosado.
Martón, listo ¿qué esa disertación del alcohol?
ResponderEliminarMi dulce presidente, díle a María Jesús que estoy en mi mesa besiendome los quitos en soledad. Ya no viene Farallón.
Gracias José Martón por tu información…tu eres un amigo de verdad, y además, un científico….! que se sepa ! ...nada de academicismos neoclásicos heridos de puro manierismo. “Ese”, al que yo creía un amigo, me quería envenenar con consejos de aquellos charlatanes que en el Plano de San Francisco vendían pócimas antirreumáticas, crecepelos e impermeables de pesiglas , y además te regalaban un abanico de cartón o un peine de madera… ¿te acuerdas?....Tu información Pepe creo que ha llegado tarde, por como se conduce al descreer de tu ciencia, para él, pero a mi me ha salvado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sean, díle a Nicolás que no es lo mismo ser incrédulo que descreido. Esto no viene al caso pero me gusta).
ResponderEliminarDíle que siempre ha debido tener un listo cerca y así le ha ido con lo del crecepelo. Yo lo usaba y mira mi cabellera. Díle que lo venenoso no es el alcohol de la farmacia sino la casera.
Querido Presi, me sonrojo. Gracias por tus palabras de la columna al margen, y se repetirá en cuanto pueda, que bien sabes que voy con la soga al cuello.
ResponderEliminarJosé Martón, también me sonrojas. Eres un encanto. Besos para ti.
Mariano, Serrano y Nicolás, un abrazo enorme.
A los cinco: me encantó conoceros. Pasé un ratico estupendo en vuestra compañía, de esos que no se olvidan. Como le he dicho al Presi, en cuanto pueda repetiré.
Reitero besos y, para Thornton, nuestro ilustre y rabelesiano Presidente, dobles, que si no es así se me mosquea.
P.D.- Gracias, Presi, por el ejemplar de Blanco. Lo has agotado en estas tierras con tu carisma. Te debo una, o uno (léase buen vino).
Antonio, encantado de que pases por aquí. Me parece muy interesante que escribas sobre tus vivencias, creo que es lo más auténtico que podemos contar. Te visitaré yo también.
ResponderEliminarUn saludo.
Isabel, me alegra que te hayas olvidado de Farallón.
ResponderEliminarBesicos.
Tengo un ataque de envidia horrible......
ResponderEliminarCómo me hubiese gustado estar hoy por Belluga..
Besicos a la cuadrilla y para ti Isabel también
que andas por aquí otra vez. Se te echa de menos...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCabopá, sin envidias que tú ya has conocido a lo mejor de la cuadrilla.
ResponderEliminarBesicos.
Gran comentario el de Carlos. Añadiría que Ramon Eastriver sería un buen Juan Bautista para completar la banda, y a Carlos, más que "demonio de la guarda" (que por otro lado no está nada mal, todo sea dicho), yo le daría el papel de Evangelista, también de Juan, venga.
ResponderEliminar¡Menuda juerga por Belluga! ...que ahora no sé si es un pueblo, un restaurante o una licorería. En cualquier caso, capital cultural esta semana.
Y voy a comenzar a ejercer de profeta vaticinando que la novela de Blanco va a ser la más leída en España este mes. No sería mala cosa, así que amén.
Saludos a todos.
Jose, nos referimos a la Plaza Belluga, frente a la Catedral, el Palacio epíscopal y el Moneo. Es una plaza con mucho encanto.
ResponderEliminarCabopá, en su blog ¡Ay Maricarmen! tiene una fotografía en la entrada del pasado día 12.
Carlos ya nos ha bautizado a todos. Te diré que antes de llamarle "Demonio de la guarda" le había dado el papel de Juan Evangelísta. Una vez más coincidimos.
Un abrazo.
Leído mi último comentario en esta entrada tras el comentario del buen amigo José Martón en la siguiente, no me queda más renedio que darle la razón y asumir que me ponga colorada hasta las cejas. Me lo he ganado a pulso. Fui desfortunada en la expresión escrita, así que que a afrontar mi tontería con la eliminación de mis propias estupideces.
ResponderEliminarFarallón, perdóname si puedes.
Un afectuoso saludo.
Aunque esta entrada no va de motos realmente, a mí -que soy un enfermo de las dos ruedas- me ha llamado mucho la atención la aparición de una MV Agusta en ella.
ResponderEliminarEsta marca italiana es y fue conocida por fabricar -y haber fabricado- algunas de las motos más bonitas de la historia.
Por un lado me alegra poder aportar algo a tu blog y por otro no me alegra tanto, ya que se trata de una corrección.
Durante mucho tiempo yo también creí que se escribía MV Augusta, pero en realidad es MV Agusta. Que era el apellido del creador de esta fábrica de belleza, el Conde Giovanni Agusta.
http://es.wikipedia.org/wiki/MV_Agusta
PD: Thornton, otra fábrica de belleza. Gran relato.
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