Mi suegro, Andrés Egea Sánchez, era un jefazo del Banesto. Allá por los años sesenta recogía en las calles del barrio a gitanicos sucios y desnutridos. Los subía a casa y su mujer -Pilar Plaza Botía- los lavaba, los vestía con ropas nuevas y les daba de comer. Buena gente.
Leo en la prensa que en estos momentos uno de cada cuatro niños españoles pasa hambre. No hablamos de esos pobres negritos del tercer mundo rodeados de moscas y con las barriguitas hinchadas. Son niños que pasan por delante de nuestras casas y que son compañeros de colegio de nuestros críos.
No estaría nada mal que los actuales jefazos de los bancos imitaran a don Andrés y salieran a la caza y captura de estos niños y dejasen en paz a los abuelos y sus ahorros.
Leo en la prensa que en estos momentos uno de cada cuatro niños españoles pasa hambre. No hablamos de esos pobres negritos del tercer mundo rodeados de moscas y con las barriguitas hinchadas. Son niños que pasan por delante de nuestras casas y que son compañeros de colegio de nuestros críos.
No estaría nada mal que los actuales jefazos de los bancos imitaran a don Andrés y salieran a la caza y captura de estos niños y dejasen en paz a los abuelos y sus ahorros.
Te leí en fb, querido profe.
ResponderEliminarTristemente, los jefes de ahora nada tienen que ver con tu suegro, más bien van a la caza y captura del tintineo y el brillo.
Besos besos. Y abrazo grande.