martes, 6 de marzo de 2012

EL BESO

                                                                  A Pedro Serrano, periodista de raza.

Pocas imágenes urbanas me agradan tanto como ver a esas parejas de jóvenes besándose en  mitad de la calle. Y aún más me agrada ver que la gente a su alrededor no se escandaliza de verlos metidos en semejante faena. Han sido demasiados años soportando la doble moral y la estupidez de nuestra casta dominante.


Les voy a contar una batallita de abuelo -una batallita de aquellos tiempos ominosos en que transcurrió mi juventud- de esas que te marcan para toda la vida pero que me sirvió para que mi novia me mirara, en adelante, como quien mira a un héroe mitológico.



Estábamos los dos tortolitos sentados en un banco de La Rotonda tan enfrascados en un beso eterno que no vimos llegar al puto guardia. Se nos plantó allí delante y nos soltó todo tipo de insultos –especialmente a ella- al tiempo que nos informaba que estábamos detenidos y nos pedía la documentación. En ese instante mi novia se puso a  temblar de miedo y viéndola en ese estado no lo dudé, agarré por los tirantes de cuero al guardia y le dije a ella que echara a correr. Nunca ha vuelto mi chica a ser tan obediente, corría como una gacela en estampida.


El guardia trataba de soltarse pero yo, como si de un perro se tratara, no aflojaba el bocado. Me amenazaba con todo tipo de plagas una vez que lograra zafarse de mí,  pero no me convencía. Hasta que no desapareciera de nuestra vista la veloz y aterrada gacela no pensaba aflojar mis manos. 

Una vez puesta a salvo le di un empujón al uniformado y corrí con tanta velocidad que casi me salgo de la ciudad.  

Por si estuviera leyéndome aquel guardia de los cojones, quisiera decirle que me cago en sus muelas. Que cada vez que veo a una pareja besándose al aire libre me acuerdo de él y lo maldigo. Que no lo hemos perdonado aún ni creo que lo hagamos nunca. Que es un pobre diablo descerebrado, una rata de dos patas… en fin, quisiera decirle todo lo que no me atreví a decirle aquel día que mi chica me tomó por un gigante y realmente lo que yo estaba era muerto de miedo.

El miedo que pasé aún me dura pero les aseguro que volvería a hacer lo mismo. Puto guardia.