sábado, 2 de enero de 2010

BLOG

Esto es una emergencia, es una llamada de auxilio. Confío en que alguien lea este mensaje y acuda en mi ayuda.




Todo empezó hace unos años cuando tonteaba con Internet. Descubrí que desde mi casa, desde mi sillón, podía visitar museos, bibliotecas y rebuscar en hemerotecas. Cuando descubrí todo esto, mi tiempo libre empezó a quejarse. Comencé a sisar, a estafar horas a mis lecturas, a mis películas y a mis óperas. No llegué a preocuparme seriamente, la verdad. Creí que sería cuestión de organizarme: estas horas para Internet, estas otras para mis libros, mis películas y mi música. Y así lo hice… Hasta que me topé con el más egoísta, acaparador y celoso de los tiranos: EL BLOG.


Hace un par de meses se me ocurrió indagar en Internet sobre una novela que acababa de leer y que me había entusiasmado, El relámpago inmóvil. Entre críticas y reseñas encontré algo que era novedoso para mí: UN BLOG. En él, se hacía un análisis riguroso y emocionado de esa novela y de su autor. Después visité otro blog, y luego visité otro y otro. Me contagié. Ahora me paseo por veintitantos blogs y hasta regento mi propio club, el Thornton Club.



Estoy desbordado, no controlo esta situación. El blog, ese tirano acaparador, no me permite compartir mi tiempo libre. Mis libros me reclaman, apenas si veo alguna película y Puccini dice que si estoy enfadado.



Recurro a vosotros, más veteranos. Decidme, cómo os organizáis para visitar tantos blogs. Para crear vuestras propias entradas y atender a vuestros seguidores, algunos tenéis más de cien. Cómo podéis hacer todo esto y, además, leer algún libro, disfrutar con Billy Wilder, y de vez en cuando echaros alguna que otra ópera al cuerpo o escuchar la trompeta de Chet Baker.



No quiero renunciar a mi nueva pasión incontrolada, no es necesario que me extienda describiendo el cariño que ya os tengo y lo que me enriquece vuestro roce. Pero tampoco quisiera descuidar mis viejas costumbres, las de siempre. ¿Cómo hacerlo?



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lunes, 28 de diciembre de 2009

OLVIDO

He leído, en algunos de sus blogs, comentarios sobre el consabido olvido de los muertos, y cómo éstos se resisten a ser olvidados. Quieren que se les recuerde para así seguir vivos mientras les recordemos.

A menudo citan la estupenda novela Soldados de Salamina, donde el narrador recuerda a su padre ya muerto, pensando luego que no era él quien recordaba a su padre, sino su padre quien se aferraba a su recuerdo, para no morir del todo.

También les he visto citar el poema de Salvador Oliva, Insistencia de los muertos, donde igualmente vemos cómo nuestros muertos, siempre insistiendo en que los recordemos, se aferran así a la vida.



Donde sin duda se inspiraron unos y otros es en un poema de Thomas Hardy. El poema se titula Ser olvidado. El poeta nos habla de la segunda muerte, de cómo los muertos temen que se aproxima su segunda muerte cuando la memoria de ellos se pierda y se acerca el vacío del olvido. Cuando están olvidados como personas que no han existido. Los muertos ven su destino y viéndolo, lloran.



Imagino que todos ustedes habrán leído el poema de T. Hardy, pero como ninguno lo cita, lo hago yo. Y si no es así, si todavía no lo han paladeado, a qué esperan. En la editorial La Veleta tienen una edición magnífica.

He de reconocer que mi misión en el club es pintarlo a menudo, poner copas y charlar tranquilamente, no hacerme el listo y dar la vara con historias de muertos. Pero es que La Navidad, ya saben, es muy traicionera. En compensación les pondré una copa por cuenta del club. ¡¡Viva el que gasta!!


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