viernes, 8 de marzo de 2013

ANTEPRIMAVERA



DECÍA J.R.J. que la primavera tenía dos momentos: el brote primero violeta y luego el brote verde. La anteprimavera es ese brote violeta primero y aquí, en nuestra tierra, la anteprimavera es generosa y madrugadora. Yo la detecto en cuanto florece la Silene en los bancales de la huerta y en mi jardín de La Alberca.

En cuanto esa florecilla color fucsia me alegra la vista ya sé que mis plantas de hoja caduca comienzan a medrar. La olma, los chopos, los granados y la parra virgen se dejan ver de nuevo. Pronto lo hará la glicinia con sus flores color violeta y de postre las buganvillias asomarán sus brácteas lilas, rojas, amarillas y ocres.

Las silenes, además de hacer de heraldo de la primavera, me recuerdan dónde reparé por primera vez en el vocablo anteprimavera. Fue en el libro de Pedro García Montalvo Los amores y las vidas. Miren cómo escribe el jodio:


Decía Stravinsky que la eclosión de la primavera rusa es violenta. Nada más alejado de este concepto, con sus imágenes de brusco y floral desgarrón de húmedos bosques y estepas, que la lentísima aparición de la estación vernal en nuestra tierra. En la umbría mediterránea la sensación de su retorno se inicia apenas la hemos perdido, y la anteprimavera -por emplear un vocablo clásico de la poesía española- se convierte en la estación más larga y seductora del año. PEDRO GARCÍA MONTALVO. Prefacio de Los amores y las vidas.

No añadiré ni una coma. Si acaso, les animo a leer la obra de Pedro García Montalvo -El relámpago inmóvil; Retrato de dos hermanas; Una historia madrileña...- me lo agradecerán.