sábado, 5 de junio de 2010

LANTANA

“La idea de patria es repugnante.
Es de los conceptos más venenosos
que ha inventado el hombre”
(Rafael Sánchez Ferlosio)

Nunca me han gustado las banderas. Bueno, sí, de pequeño me gustaban las banderitas que colgaban en las verbenas de los barrios. La inglesa era mi preferida.

Matizo, no me gusta el uso torticero que se hace de las banderas. No tengo ningún respeto hacia esos patriotas de pacotilla, los fanáticos de la patria. Los que buscan en la patria su último refugio. Ya nos previno el Dr. Johnson qué tipo de personas eran.

Decía Rafael Azcona que prefería vivir en un país sin valores, a vivir en uno en el que los valores sean la religión, la bandera, la raza, el patriotismo...”. Suscribo estas palabras. Siempre he tarareado con placer aquella canción de Paco Ibáñez que nos decía que la música militar nunca le supo levantar. No me ha gustado nunca marcar el paso ni seguir al abanderado.

A mí la bandera que me gusta es la “Bandera Española”. Me refiero a esas flores rojas y amarillas que adornan a las Lantanas. Un arbusto coronado por flores de diversos colores.


Y todo este preámbulo es para recomendarles una película que he visto hace unos días, que me ha entusiasmado y que precisamente se llama “Lantana”. Es una historia de amor y desamor, de soledad y de frustraciones. Aderezada con un enigmático suceso y con un final donde todas las dudas son resueltas, encajando todo como en un gran puzle.

Aquí les dejo un aperitivo.




miércoles, 2 de junio de 2010

TORDON

Tordon fue el autor del primer comentario del Thornton Club. Fue mi primer cliente. Me dejó esta joya de comentario: “¿Usted sabe el placer que se experimenta cuando se pisa la nieve recién caída? Pues el mismo que se siente cuando se hace un comentario sobre un blog inmaculado”.
¿Se puede ser más elegante?
Era mi lector, mi único lector. Recordé a aquel escritor que tenía un solo lector y lo perseguía por todas partes. Esa sensación tenía yo.



Como todos sabemos, Tordon pilota “El submarino bajo el grifo” con una maestría digna del capitán Nemo. En ese buque puedes leer desde una carta a E. Zweig hasta un tratado sobre las hormigas de su jardín, todo escrito con talento y buen humor.

Ahora ha aterrizado por mi tierra. Viene acompañando a su mujer. Ella participa como ponente en unas jornadas extremadamente científicas y Tordon mientras tanto ejerce de vividor consorte.


Pasamos un rato delicioso en la terraza del Fénix. Las viandas no fueron gran cosa pero la charleta fue de primera. Acudimos a la cita (de izquierda a derecha ): Martón, Farallón, Cabopá, Isabel, Andrés, Tordon, Mercedes, Thornton y Mariano.




Tordon y Mercedes, besicos y hasta siempre.











domingo, 30 de mayo de 2010

LIBROS

Un buen amigo nos mostró muy orgulloso su última adquisición, el libro digital o e-book y pensé lo alejado que estoy de leer en otro soporte que no sea el libro tal y como lo conocemos, no tanto por mi pereza a la mudanza como por mi devoción al libro de papel.


Estamos inmersos en el debate de si el libro de papel desaparecerá o no. Lo que al parecer está fuera de toda duda es que el uso mayoritario del libro electrónico será en el futuro una realidad y que el mundo editorial sufrirá una transformación brutal. Los libreros serán también impresores, a la antigua usanza cervantina.
En las librerías nos toparemos con una insolente máquina, la Expresso Book Machine, una máquina de impresión digital: solicitas un libro y en un plis-plas te lo fabrica.

A mí lo que me gusta es mirar los libros, olerlos, tocarlos, verlos en los anaqueles - lejas, decimos en mi tierra-. Decidir la vecindad de los escritores: he instalado a Sterne junto a Rabelais y a García Montalvo junto a Miguel Espinosa. Estoy seguro que ninguno de los cuatro se sentirá incómodo. También tengo codo con codo a Quevedo y Góngora.

Me gusta comprarme libros y dejarlos reposar encima de mi mesa camilla, a mi lado, esperando el momento de ser leídos. Es mi pequeña biblioteca virgen. No soy de los que compran un libro e inmediatamente lo leen, aunque tampoco padezco de libropesía, ese mal que criticaba Quevedo: “sed insaciable de pulmón librero”.

Si no me vuelvo loco, seguiré manoseando los libros con cubierta, guardas, páginas de cortesía, lomo y portadilla. Los de siempre. Inspirándome en Saramago, diré que una lágrima jamás podrá emborronar un libro digital.

(Si queréis conocer un punto de vista interesante sobre este tema os recomiendo la lectura de “Nadie acabará con los libros”. Ed. Lumen. Donde charlan sobre el futuro del libro el escritor Umberto Eco y el guionista Jean-Claude Carrière).

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